Hezbolá sufre en Siria su peor golpe de los ocho últimos años

Laura Fernández Palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

AFP

Atribuye a Israel la muerte de uno de sus grandes jefes militares tras un ataque que se produjo cerca del aeropuerto de Damasco

14 may 2016 . Actualizado a las 01:03 h.

Al Mustafá Badreddine, comandante de Hezbolá, encabezaba las operaciones militares del grupo chií libanés en Siria en apoyo del régimen de Damasco. Era un hombre buscado y señalado que hace tan solo unos meses prometía volver a Líbano solo como «mártir o portando la bandera de la victoria». Ayer su cuerpo fue recibido con honores en Beirut, tras perecer la madrugada del viernes en un ataque cerca del aeropuerto de Damasco atribuido a Israel. Se trata del mayor golpe a la organización desde que su jefe militar, Imad Mughniye, muriera en el 2008 en Damasco en otro ataque de Tel Aviv.

«Esta es una guerra abierta y no debemos evitar la investigación, pero ciertamente Israel estuvo detrás», declaró Nawar al-Saheli, miembro del partido en el Parlamento libanés, al canal de televisión controlado por Hezbolá. Sin embargo, el comunicado de la formación evitó mencionar responsables y prometió desvelar la autoría tras aclarar si murió en una incursión aérea, un ataque con misiles o un bombardeo de artillería.

Israel guarda silencio. No es la primera vez que interviene en Siria para alcanzar objetivos del grupo o destruir los convoyes de armamento que la milicia transporta por territorio sirio, nunca reivindicados. «Nos abstenemos de comentar», sentenció de nuevo ayer un portavoz militar israelí. El primer ministro, Benjamín Netanyahu solo ha reconocido que se han lanzado operaciones en meses anteriores. Pero queda por definirse la autoría y si el ataque fue intencionado.

La intervención de la milicia en Siria ha sido determinante para el desarrollo de la guerra desde 2013. Desde entonces incrementó su número de combatientes en el país, que se cuentan por miles, y colabora en las operaciones terrestres del régimen contra los rebeldes. Badreddine, de hecho, lideró la ofensiva de Al Qusair que en febrero de 2013 contribuyó a aliviar la presión de los opositores sobre al Asad.

Figura tan destacada como polémica, este comandante estaba encausado en rebeldía por el Tribunal Especial para el Líbano creado en el 2007 y que investiga la autoría del asesinato del primer ministro Hariri, abatido en 2005 en Beirut. También estaba implicado en el ataque bomba de 1983 que mató a 241 marines. Al menos cuatro miembros destacados del grupo han muerto en ataques desde enero de 2015. Otros importantes oficiales iraníes, con quienes forman el frente de apoyo a Al Asad, junto a Rusia, han fallecido en combates.

A la espera de más bombardeos

La aviación siria ha vuelto al cielo de Alepo. El «estado de calma» impuesto una semana para mantener la tregua nacional del 27 de febrero expiró el jueves sin que las potencias internacionales lograran extenderlo. En realidad, la que fue la ciudad más grande de Siria, hoy bastión rebelde, lleva cuatro años sin paz, pero se había conseguido minimizar la violencia como en el resto del país. Ayer los atacantes todavía se mostraban cautelosos, aunque los combates en todo el territorio no han cesado, porque grupos terroristas como el Estado Islámico están fuera del acuerdo.

Los civiles temen la vuelta de los bombardeos. El Observatorio de Derechos Humanos Sirio informó ayer de desplazamientos de cientos de ciudadanos de Gota oriental, en el Damasco rural, donde avanza el régimen en enfrentamientos contra grupos armados. Mientras, en las localidades asediadas, esperan la llegada de ayuda humanitaria, como Daraya que no recibe asistencia básica desde hace tres años. Cruz Roja ha denunciado el bloqueo de un convoy por parte del régimen.