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Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Manaure Quintero | EFE

Con la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, la oposición puede desalojar del poder al Gobierno

08 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la mayoría absoluta garantizada en la Asamblea Nacional, la oposición puede destituir al vicepresidente ejecutivo y desaprobar a ministros; convocar a un referendo, a una enmienda constitucional o incluso a una Asamblea Nacional Constituyente; y para todos los efectos prácticos, como señalaba ayer Henrique Capriles, se convierte en un poder semejante al Ejecutivo.

Tras diecisiete años, la oposición le asesta su primera derrota verdaderamente contundente al oficialismo («una bofetada», la definía el domingo en la noche Maduro); y ahora, su dilema es cómo gestionar el triunfo en una alianza que ha estado siempre marcada por los encontronazos entre palomas y halcones.

Los que consideran que se debe negociar con el chavismo y si es posible, incluso, hacerle pagar el coste político que este movimiento ha creado desde el poder; y los que consideran que el coste menor es desalojar a Nicolás Maduro de la presidencia a la mayor velocidad posible.

De hecho, el experto en encuestas Luis Vicente León señalaba antes de las elecciones que cuanto más contundente fuera la victoria opositora, más difícil sería mantener la coalición unida. Las primeras declaraciones de Jesús Torrealba, en la mañana de ayer, iban en ese sentido: exigía a los miembros de la alianza «disciplina» y que se mantuvieran atados al programa legislativo que se había aprobado dos meses antes de los comicios del domingo. Pero estas exigencias chocan con la realidad de un Gobierno que ha sufrido un golpe demasiado duro. Faustó Masó, veterano analista político y columnista de diarios cubano-venezolano, lo tiene claro: el Gobierno de Maduro se encuentra en knock-out técnico. «Una victoria tan contundente es el fin del chavismo», señala, «y marca el final del modelo», sentencia.

Revocación de Maduro

Lo mismo piensa el profesor de Sociología Política de la Universidad Católica Andrés Bello, Jorge Tricás, quien afirma que lo ocurrido el domingo se constituye en un «plebiscito» contra Nicolás Maduro, y que, a diferencia de lo que han expresado otros analistas, el castigo a las malas políticas económicas del mandatario no tiene peso en la ecuación. Lo considera un voto «consciente y meditado» que busca «el alejamiento de la ideología del chavismo».

De hecho, Tricás señala que las primeras acciones de la nueva Asamblea Nacional deben ser, junto con la ley de amnistía prometida por el diputado Henry Ramos Allup (quien ya se perfila como futuro presidente del Parlamento venezolano) la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente o un referendo revocatorio. Otros expertos señalan que con sus súper poderes, el nuevo Parlamento podría incluso realizar una enmienda que recorte el período de Maduro y convoque a nuevas elecciones.

Ayer, tanto Ramos como el expresidente colombiano Andrés Pastrana, a quien le fueron revocadas sus credenciales de «acompañante» el domingo, abogaban ante Maduro por un gesto de magnanimidad de este, que permitiera la libertad de Leopoldo López y de otros ochenta presos políticos para Navidad.

Se desconoce cómo, sin embargo, actuará el presidente, quien aún está blindado por el Tribunal Supremo de Justicia, en el que ahora debe renovar doce miembros, que, sin embargo, dependerán de la nueva Asamblea, pues en el chavismo no hubo consenso para nombrarlos por la vía rápida el mes pasado.