Cuando la palabra unidad se queda en eso

INTERNACIONAL

16 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Francia habla de guerra y los ciudadanos quieren ver a la política mundial actuar. Pero, una vez más, la élite dirigente, esta vez reunida en el G20, se queda solo en palabras huecas. De nada sirvió la advertencia del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk: «Francia espera hechos. Esta no puede ser una cumbre más. Es el momento de actuar». La palabra unidad ha sido la más repetida desde que los yihadistas llevaron la guerra a París, pero parece quedarse solo en eso: en una palabra muy fácil de repetir y difícil de cumplir.

Los atentados de París han elevado la urgencia de poner fin a la guerra en Siria, el conflicto que alimentó a Daesh, el acrónico despectivo árabe para evitar el término Estado Islámico y el significado que conlleva. Ni Estados Unidos ni Rusia se movieron ayer de sus posiciones. Los países que lideran la lucha contra el EI en dos operaciones que se estorban entre sí ante los objetivos estratégicos bien distintos que persiguen. Putin busca no perder su posición en Oriente Medio, sea con Bachar al Asad en el poder o cualquier otro que siga fiel a Moscú, y mantener su única base naval en el Mediterráneo. Obama inició la lucha contra el EI obligado por su expansión y sobre todo los vídeos con las decapitaciones de rehenes, pero nunca ha querido beneficiar a Al Asad.

La respuesta de François Hollande será intensificar la guerra contra el Daesh, como ya hizo ayer, con el apoyo de Estados Unidos. Pero eso no pasa porque Obama cambie su actual estrategia. Más bombardeos, más ayuda a las tropas kurdas -los únicos aliados sobre el terreno fieles de Washington-, pero nada de despliegue de tropas. A estas alturas, parece claro que la estrategia actual no ha logrado su objetivo, más allá de los éxitos de las operaciones puntuales contra líderes yihadistas encargados de la financiación o el reclutamiento. Algunos simbólicos como el caso del verdugo John el Yihadista.

Después de cuatro años de conflicto y más de 250.000 muertos en Siria, se ha abierto en Viena una nueva mesa de diálogo tras el fracaso de Ginebra en el 2014. El sábado se acordó un calendario para una transición. Buenas intenciones sobre un papel con un camino lleno de escollos: el futuro de Al Asad, la unidad de la oposición y cómo barrer del país a todos los radicales que crecieron a la luz del conflicto y el apoyo de los reinos del Golfo.