Putin se cita con Renzi y el papa para romper su aislamiento

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

TIBERIO BARCHIELLI | EFE

Rechaza las sanciones a Rusia por ser un engorro para la economía italiana

11 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos días después de las amenazas de más sanciones en la cumbre del G7, club al que sigue sin ser invitado, Vladimir Putin hizo ayer una visita relámpago a Italia, donde sabe que siempre le tratan bien, en busca de apoyos para romper su aislamiento internacional. Las relaciones entre Italia y Rusia siempre han gozado de muy buena salud y ayer quedó demostrado. De hecho no hay ningún italiano en la lista negra de políticos europeos vetados por el Kremlin.

La larga jornada de Putin empezó por la mañana en la Expo de Milán, donde con una hora de retraso se reunió con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y terminó por la tarde en el Vaticano en una audiencia con el papa Francisco.

Tras la visita al pabellón ruso, Putin habló de las relaciones económicas entre los dos países, históricamente muy estrechas y ahora afectadas por las sanciones que pesan sobre Moscú. Renzi y Putin vinieron a decir que las sanciones a Rusia son un engorro y un problema económico para Italia. «La anulación de acuerdos y proyectos militares y tecnológicos entre Italia y Rusia ha implicado la pérdida de 1.000 millones de euros, además de puestos de trabajo», declaró el jefe del Kremlin.

Italia es el segundo socio comercial europeo de Rusia, después de Alemania, y el cuarto del mundo. Más de 400 empresas italianas trabajan en ese país y las inversiones rusas en Italia son de 3.000 millones de euros. Sobre la reciente reunión de G7 a la que Rusia no fue invitada, el presidente ironizó que «no es una organización, sino un club de intereses». Renzi abogó por una aplicación «íntegra» de los acuerdos de paz de Minsk para Ucrania porque «son la brújula, el punto de referencia, la estrella polar» de todos los esfuerzos de paz.

Cita en el Vaticano

El viaje de Putin continuó por la tarde en el Vaticano, adonde llegó con 70 minutos de retraso. Fue recibido por un papa «cordial, pero serio», con un saludo en alemán. El coloquio privado se celebró en la biblioteca papal y fue largo, ya que duró 50 minutos. Los temas tratados fueron Ucrania y Oriente Medio. Sobre el primero el papa, que hasta ahora ha mantenido una postura equidistante, estaba interesado en conocer las propuestas de Putin e insistió en que «hay que empeñarse en un sincero y gran esfuerzo para realizar la paz». Putin descubrió un aliado interesante, muy autónomo en el tablero internacional. Su mediación en Cuba no ha hecho más que darle puntos.

La jornada se cerró con una visita de cortesía al presidente Sergio Matarella y con la ya habitual cita cada vez que va a Italia, con su amigo Silvio Berlusconi.