La falta de un acuerdo con la troika conduce al Estado griego a mínimos

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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Un hombre pasea por la plaza de Syntagma de Atenas con un cartel que apela a la ayuda divina para Salvar a Grecia.
Un hombre pasea por la plaza de Syntagma de Atenas con un cartel que apela a la ayuda divina para Salvar a Grecia. ALKIS KONSTANTINIDIS | Reuters

El Gobierno de Syriza dilapida en cien días su capital político en Europa

06 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Existe el riesgo de que Grecia se convierta en un Estado fallido? Sí, como prosiga la estrategia elegida por el Gobierno de drenar la liquidez de todos los organismos públicos, ayuntamientos incluidos, para hacer frente a los pagos, advierte Ekhatimerini, uno de los principales periódicos griegos.

La situación es indisociable del plan negociador elegido por el tándem que forman Tsipras y Varufakis, consistente en no presentar los ajustes que esperan los acreedores a cambio de la prórroga del rescate con el triple fin de no retractarse de sus grandes promesas electorales, preservar la unidad de Syriza y no defraudar a los movimientos del resto de Europa que, como Podemos, se sitúan a la izquierda de la socialdemocracia y tienen en Atenas una referencia.

Cien días después de coger las riendas del Ejecutivo, ese riesgo es el aspecto más sombrío del balance que presenta Tsipras. La falta de acuerdo con la troika ha llevado al Estado al borde de la parálisis y servicios básicos, como la sanidad, se encuentran en mínimos. La decisión de arañar fondos de aquí y de allá para no dar el brazo a torcer en Bruselas compromete seriamente, según observadores locales, el funcionamiento normal del país.

Existe acuerdo en que la victoria de Syriza fue recibida con notable simpatía por muchos de dentro y de fuera del país, que vieron en ella la oportunidad de flexibilizar el diktak de austeridad extrema adoptado por Europa frente a la crisis del euro. Cien días después, aquella complicidad se ha disuelto como una pompa de jabón en el aire. El enfrentamiento con Alemania a cuenta de las reparaciones de la Segunda Guerra Mundial, los amagos de puentear a los socios europeos mediante devaneos con Moscú y Pekín, así como los desplantes de soberbia intelectual de Varufakis o la incapacidad de Tsipras para desembarazarse de la guardia pretoriana de Syriza, han ido enajenando a los aliados iniciales de Atenas y conduciéndola a un creciente aislamiento en Europa.

Según un diplomático no comunitario que habló con DPA, la negociación con la troika se ha convertido en una suerte de círculo y éste, a su vez, en una soga que se va estrechando cada vez más sobre el cuello del país. No hay salida a la vista y las expectativas de llegar a un acuerdo de forma inmediata, en el Eurogrupo del próximo lunes por ejemplo, ya se difuminan incluso antes de entrar en la reunión.

Esta vez no ha sido por culpa de Berlín. El mismo día en que dijo iniciar una ronda de encuentros con los socios para aproximar posiciones, y que traerá a su ministro de Finanzas a Madrid este viernes, Atenas esgrimió la existencia de unas supuestas «serias divergencias y contradicciones» entre la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional para alejar la idea de que habrá pacto.

Estrangulamiento de los servicios públicos y aislamiento en Europa. El tercer rasgo de los primeros cien días de Tsipras en el poder, también derivado de la falta de acuerdo sobre la deuda, es el retroceso en la marcha de la economía. Un ejemplo es la drástica revisión a la baja de las previsiones de la Comisión Europea. Bruselas redujo ayer a la quinta parte sus cifras iniciales para el crecimiento en este año, desde el 2,5 % previsto en febrero al 0,5 % del PIB. Según Efe, drásticas fueron también las modificaciones para la deuda (un 180,2 % en lugar del 170,2 % previsto), así como para el déficit (de un superávit del 1,1 % se pasaría a un déficit del 2,1 %).

Tsipras aún transmite aire fresco

Aire fresco. A diferencia del Gobierno conservador de Samaras, acusado de falta de transparencia, el de Syriza en coalición con el partido nacionalista de derechas, Griegos Independientes, se caracteriza por una proyección mediática notable, en general positiva, pese a algunos tropiezos derivados de la inexperiencia como que algún ministro corrigiese por la tarde lo que otro había anunciado por la mañana.

En este periodo, el Gobierno ha logrado sacar adelante cuatro leyes acordes con su ideario izquierdista. La más importante hasta el momento, la que busca combatir la crisis humanitaria, uno de los caballos de batalla de la campaña electoral, vio finalmente la luz con las alas recortadas, pues se había diseñado para 300.000 familias y finalmente alcanzará solo a la mitad. El desembolso iba a ser de casi 2.000 millones y de momento solo se han aprobado 200.

Las otras tres leyes se refieren a la devolución de las deudas a Hacienda y la Seguridad Social en hasta cien plazos, la mejora de la situación en las cárceles y la restitución de la radiotelevisión pública. La devolución, precisamente, ha sido, para el portavoz del Gobierno, uno de los principales éxitos en estos cien días, ya que se han acogido por ahora 277.000 personas que desean regular deudas por un total de 2.200 millones, de las que han sido pagados ya 110 millones.

Otras medidas, a las que no se han opuesto los Griegos Independientes pese a su signo izquierdista, han sido impedir a la policía ir armada a las manifestaciones y poner en libertad a numerosos inmigrantes ilegales retenidos en los centros de detención.