Los antisistema devastan Milán

María Signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los disturbios ensombrecen la inauguración de la Exposición Universal

02 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Grupos antisistema bien adiestrados arruinaron lo que debía ser un día de fiesta nacional, con la inauguración de la Exposición Universal de Milán, y dejaron en su lugar una ciudad devastada. La que según los organizadores tenía que ser una marcha tranquila y festiva para protestar contra el despilfarro de dinero público y la contratación de trabajadores precarios, adquirió los rasgos de una guerrilla urbana, con enfrentamientos violentos con la policía, coches en llamas, escaparates rotos y contenedores volcados.

Junto a los manifestantes pacíficos, unos 10.000 aproximadamente, se infiltraron grupos antisistema y anarquistas de ideología anticapitalista, conocidos como «black bloc», en total unos 500, en su mayoría jóvenes, que habían llegado de varios países europeos. A la altura de la calle Magenta estos activistas, encapuchados con cascos, máscaras antigas y vestidos de negro, empezaron a lanzar piedras y petardos contra la policía, que respondió disparando cañones de agua y arrojando gases lacrimógenos. Esto hizo que los manifestantes se dispersaran en grupos pequeños para diseminar el caos en otros puntos. Gracias a que la policía estacionó furgonetas a lo largo del recorrido de la manifestación para impedir que los antisistema alcanzaran otras zonas del centro, los disturbios tuvieron lugar sobre todo entre las calles Carducci y Magenta.

Aún así, fue una batalla campal. Resultaron incendiados catorce vehículos mientras eran numerosos los escaparates rotos. Una oficina del Banco Nacional del Lavoro se llevó la peor parte ya que fue pasto de las llamas. Los manifestantes también detruyeron semáforos y mobiliario urbano mientras lanzaban cócteles Molotov contra la policía. Los antidisturbios tuvieron que intervenir con varias cargas y en los choques fueron heridos once agentes. Algunos violentos aprovecharon la confusión y el humo para abandonar bastones, cascos y la ropa oscura y escapar confundidos en medio de otros manifestantes, lo que hace pensar que formaban parte de una guerrilla perfectamente organizada. Fueron detenidas entre 20 y 30 personas.

Desde sus casas muchos milaneses insultaban y gritaban a los antisistema. Apenas llegada la calma, algunos propietarios de bares y comercios dañados se armaron de guantes y escobas y empezaron a limpiar los destrozos. El alcalde resumió el sentir de la ciudad con una llamada a «aislar y castigar a los delicuentes que están devastando Milán».

La primera jornada de la Expo, que contó con unos 200.000 visitantes, no estuvo exenta de problemas. El pabellón de Bangladesh no pudo abrir porque Italia no le había concedido el visado a su personal. Los belgas estaban furiosos al no poder vender cerveza y patatas fritas, almacenadas a solo 500 metros del recinto porque nadie les había dicho que las entregas no se permitirían la víspera de la apertura. Varios representantes de artesanía india mostraban su exasperación porque, al no tramitarse su acreditación, debían comprar un billete para llegar al stand por el que habían pagado 200.000 euros.