«Necesitan crear un responsable del AMIA»

mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

STRINGER | Reuters

Las escuchas en las que Nisman basó sus acusaciones desvelan las cloacas del kirchnerismo

08 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Años de escuchas. «Unas 40.000». De ese largo hilo tiró Alberto Nisman. Había sido designado en el 2004 por el presidente Néstor Kirchner como fiscal especial de la causa AMIA para investigar el atentado que le costó la vida a 85 personas en Buenos Aires. Pidió autorización para pinchar el teléfono de Jorge Alejandro Yusuf Khalil. De origen libanés, Khalil tiene la nacionalidad argentina y oficialmente es secretario en la mezquita At-Tahuid. Pero el fiscal lo definía como un agente iraní. El objetivo de Nisman era localizar al prófugo Moshe Rabbani, ex agregado cultural de Irán en Argentina y considerado autor intelectual del atentado. Pero en las escuchas Nisman va descubriendo una nueva trama: Khalil es un interlocutor entre iraníes e argentinos para pactar impunidad en el caso AMIA a cambio de otros negocios. Según esta tesis, Irán vendería petróleo a buen precio y compraría cereales. Argentina ofrecería encubrimiento y levantaría la mano en la emisión alertas rojas vía Interpol. «Me sorprende la impunidad con la que se hablaba», dijo Nisman en una entrevista días antes de su muerte. Aseguraba que, en esas conversaciones, Cristina Fernández de Kirchner «no habla con nadie», pero añadía también que «todo remite a sus órdenes». Aunque el juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia de Nisman contra la presidenta, los diálogos que están difundiendo diferentes medios muestran las cloacas del kirchnerismo. Y son la espina dorsal del informe que iba a presentar el fiscal antes de que fuera encontrado muerto de un disparo en la cabeza en su propio apartamento.

El Memorando de Entendimiento

El Gobierno de Argentina firma el Memorando de entendimiento con Irán el 27 de enero del 2013, un acuerdo para un intercambio comercial de petróleo y cereales. Un día después, Ramón Allan Bogado, catalogado como un espía argentino catalogado como inorgánico (que cobra en efectivo y dispone de fondos reservados), le comenta a Khalil: «Tranquilo, que ya ganamos, es decir, ganamos una partida [...]. Todo lo que laburamos en esto.... ». En otra llamada, Khalil le dice a Rabbani, imputado en la causa AMIA: «Está todo muy bien, hoy terminanos una reunión con el ministro de Planificación De Vido, en el que él está dispuesto a enviar a las máximas autoridades de YPF [Repsol] para arreglar con la república islámica y la transacción puede ser a través de granos, de otras cosas... Es cuestión de verlo». Rabbani llega a asegurar que «Irán está listo para vender petróleo a la Argentina, vender tractores, vender acero, y comprar armas».

Cuando Nisman fue entrevistado para Radio Mitre por Jorge Lanata, azote del kirchnerismo, aseguró que el Ejecutivo intentaba vender el Memorando como un paso para profundizar en la investigación cuando en realidad era «un punto y final», una cortina.

El Memorando tenía que pasar por los Parlamentos de Argentina e Irán. .«Ahora si no nos aprueban el memo ese quedamos como unos pelotudos, ¿oíste?», le apunta Luis D?Elía a Khalil.D?Elía, un político y activista oficialista, fue definido por Nisman como «un soldado de la presidenta». Recientemente admitió su labor como mediador ante los iraníes 

Lo curioso es que finalmente el documento ni siquiera se debatió en Irán y fue declarado inconstitucional por la Justicia argentina.

El papel de Héctor Yrimia

Nisman apreció pruebas de que, para encubrir a Irán, la trama pretendía crear una pista falsa y generar una versión alternativa del atentado. Héctor Yrimia es un ex juez  federal y exfiscal de la causa AMIA. Nisman lo acusa de haber formado parte de la maniobra de encubrimiento. En una de las escuchas habla con Khalil Fernando Esteche, activista del grupo Quebracho, que se considera también ligado a servicios de inteligencia: «Quieren crear un nuevo enemigo de la AMIA, el nuevo responsable de la AMIA, es una necesidad que tienen que construirla». Añade que é conoce a Yrimia y que a partir de la información que consigan del caso pueden «servir para cualquiera de las tesis distintas, un tercer país, o lo que sea».

Menciones a la presidenta

Hay diferentes menciones a la presidenta. Antes de la firma del Memorando, Khalil presume: «Me junto con Cristina, pero en privado». También explica, en el 2003, que «más vale que la presidenta lo sabe todo».

En otra llamada, Bogado le explica a Khalil: «Te cuento, la doctora está con gripe y está con una fiebre de la puta madre, hay un kilombo a ver si mañana arranca para hablar. Si va a hablar será después de las cuatro o cinco». Los medios argentinos antioficialistas recuerdan que, dado el hermetismo existente alrededor de la salud de Cristina Fernández de Kirchner, muy pocos conocen este tipo de detalles.

Inteligencia paralela

Khali menciona el despido de Nilda Garré como ministra de Seguridad. «Cambio de nombres, no de situación», le responde Bogado. E introduce una frase que apunta directamente al jefe del Ejército, el general César Milani: «Ella [por Garré] estaba con su amigo Milani, que tiene una inteligencia paralela». Precisamente Milani es una figura muy polémica. Nombrado por Néstor Kirchner, está acusado por la oposición de montar una red alternativa de inteligencia en las fuerzas militares argentinas.

Pagos entre las dos partes

En las escuchas se mencionan pagos. Khalil se queja ante Rabbani porque cree que sus pagadores esperaron a que se depreciara el dólar para abonarle lo que le correspondía: «[El dólar] bajó a ocho pesos ochenta. Cuando supuestamente me tenían que pagar estaba a casi diez pesos. Especuló y especuló, y me lo acaba de dar ahora en este momento, a día 20, que hay gente que no cobró. Son 40.000 pesos». Lanata bromea con la situación y dice que «lo de hablar de la plata» le da el toque argentino. 

También Khalil y Bogado comentan que D?Elía no debería capitalizar la firma del Memorando y que mejor estaría «calladito» porque «ya cobró».

Mediación con Hezbolá

D?Elía incluso llega a pedirle a Khalil que haga trabajo de producción para que los responsables de Caiga Quien Caiga en Argentina puedan grabar en Gaza. «Está yendo un equipo de CQC a Gaza y van a mostrar todo el dolor, todo lo que se vive allá... Son compañeros y amigos. Necesitamos que me autorices a que te llame este chico y que le facilites contactos con Hezbolá y Hamás», comenta. Y Khalil dice que hablará con los suyos para gestionarlo.

Muere Nisman

Nisman murió justo antes de presentar el informe con todas estas ecuchas. Viajaba por Europa, pero adelantó su regreso para presentar la denuncia contra la presidenta. No pudo. Diego Lagomarsino, técnico informático que trabajaba con Nisman, es el único imputado en el caso. Es el dueño del arma que causó su muerte del fiscal. 

Antonio Horacio Stiusso

Los oficialistas hablan de la venganza de otro espía: Antonio Horacio Stiusso. Fue secretario general de la Secretaría de Inteligencia (SIDE) y colaboró estrechamente con Nisman en el caso AMIA. Lo destituyeron un mes antes de la muerte del fiscal. «Nadie sabe si puede gobernarse la secretaría sin él», señalaba el diario La Nación, que lo bautizaba como «el señor de los espías». Días antes de la fecha fijada para la presentación del informe de Nisman, Stiusso se marchó a Uruguay. El Gobierno argentino ha dictado una alerta para que se informe sobre sus entradas y salidas país. Ha sido llamado a declarar por el caso. Cristina Fernández de Kirchner lo ha eximido de la obligación de mantener el secreto oficial. El secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, llegó a decir: «Detrás de todo está Stiusso. Es un personaje siniestro, que lo que ha intentado por todos los medios es perjudicar y poner palos en la rueda al Gobierno».

El juez que no vio irregularidades

A pesar de todo, el juez Daniel Rafeca desestimó la denuncia de Nisman contra la presidenta argentina. No encontró pruebas del encumbrimiento: «Las escuchas no sirven de nada». Los detractores de Rafecas recuerdan que llegó a investigar por corrupción y tráfico de influencias al vicepresidente Amado Boudou. Pero Boudou lo acusó de filtración de datos a los medios y el juez fue apartado del caso. Sus críticos afirman que pudo ser una maniobra pactada. Lo cierto es que esta causa contra la presidenta quemaba en el ámbito judicial. Anteriormente ya habían rechazado participar en ella los jueces Ariel Lijo y Sebastián Ramos. El propio Nisman había dicho en entrevistas: «En esto me juego la vida».