Un angelito para el dolor de espalda

íñigo domínguez ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

STEFANO RELLANDINI | Reuters

Una nueva tanda de escuchas, en un juicio por prostitución a quien le llevaba chicas, describe la interioridad de las fiestas de Berlusconi

07 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El último tocho de escuchas telefónicas de Silvio Berlusconi, más de 10.000 páginas sobre las que se levantó el secreto de sumario el miércoles, ha pillado a Italia con la película ya muy vista. Es más de lo mismo: fiestas con chicas, presunción de proezas sexuales, los estomagantes mecanismos de enchufes para seducir aspirantes a azafatas. A estas alturas tendría que aparecer en ellas Bin Laden para que llamaran la atención. Buena parte del material era conocido, pero hay nuevas escenas reveladoras.

Son conversaciones de 2008 y 2009 entre el entonces primer ministro y Gianpaolo Tarantini, un joven empresario de Bari que se hizo amigo suyo, empezó a llevarle chicas y vio la ocasión de su vida para pegar un pelotazo. Todo saltó por los aires en el 2009 cuando una de las señoritas, Patrizia D?Addario, lo contó todo. Fue el primer escándalo sexual de Berlusconi. Ahora Tarantini está siendo juzgado en Bari, junto a otras siete personas, por favorecimiento de la prostitución. Ha asegurado, y eso ha salvado al líder de la derecha, que el magnate no sabía que las chicas eran prostitutas y que eran pagadas por ir a su casa.

Las escuchas muestran que Tarantini y Berlusconi se llamaban a menudo, siempre para hablar de mujeres y de cómo se iban a montar la noche. Luego pasaba lo que pasaba: «No nos podemos quedar hasta las tres de la mañana. El Consejo de Ministros ha sido un calvario, porque a las niñas después las he acostado», cuenta al día siguiente resacoso el primer ministro. El nivel de peloteo de Tarantini roza a veces lo inverosímil, sobre todo al comentar la noche anterior:

­­­-¿Pero qué les da? Están todas enamoradas de usted.

-Este ha sido siempre mi problema, las mujeres se enamoran de mí. Es algo que me persigue de toda la vida.

«Esta noche son seis, incluido yo. O sea, yo y cinco muchachas» o «trae a las chicas. Somos viejecitos pero con poder», son algunas de las expresiones que utiliza el entonces primer ministro. «Esta noche tengo a dos niñas, una periodista y una brasileña de 21 años», dice en otra ocasión. El empresario, por su parte, de vez en cuando pedía favores a su mentor, como unas entradas para la Scala. Berlusconi se las da encantado: «La ópera son tres horas criminales, de morirse, un coñazo increíble».

En algunos momentos el ritmo festivo era tal que se creaban problemas logísticos. Llegó a haber problemas con las camas, porque había demasiadas chicas que se quedaban a dormir y, como se quejaba Berlusconi, «no consigo echarlas ni a cañonazos». «Son cuarenta, he comprado una casa aquí cerca para tener más sitio». El jefe no paraba ante nada. En una ocasión sufría un fuerte lumbago y Tarantini le propuso: «Le mando un angelito y se le pasa el dolor de espalda». Y Berlusconi acepta porque, pese al dolor, dice: «Hago de todo».

El exmandatario se mostró indignado por la difusión de conversaciones privadas, justo cuando ayer terminaba de cumplir su pena de diez meses de trabajos sociales en un hospital: «Es una coincidencia singular. Es una indecencia, son todas grabaciones viejas, no hay ningún delito y el único objetivo es enfangar mi imagen».