Semana clave para la crisis griega

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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Yanis Varoufakis, en la sesión de ayer en el Parlamento
Yanis Varoufakis, en la sesión de ayer en el Parlamento ALKIS KONSTANTINIDIS | REUTERS

Empieza una semana clave para la crisis griega y aunque pueda dar la impresión de que las posturas se estén endureciendo, esto es solo parte del juego 

10 feb 2015 . Actualizado a las 17:22 h.

Empieza una semana clave para la crisis griega y aunque pueda dar la impresión de que las posturas se estén endureciendo, esto es solo parte del juego de la negociación. Es una guerra de nervios en la que el BCE no ha dudado incluso en jugar sucio, al decidir la semana pasada dejar de comprar deuda griega, a pesar de que esa es su obligación bajo el acuerdo aún en vigor. Tanto hablar de respetar las reglas y ha sido Europa la primera en romperlas. Lo que pretendía Mario Draghi con esto era crear artificialmente la fuga de capitales que todos esperaban tras la victoria de Syriza en las elecciones, pero que no se produjo. Es una maniobra de presión.

¿Qué ocurrirá ahora? La sensación de premura ante el fin del rescate a finales de mes es lo que hace más difícil un acuerdo, de modo que lo más razonable -y lo más probable- es que en la próxima semana se acepte algún arreglo provisional para seguir negociando, quizás una moratoria o un préstamo puente. Esto daría margen hasta el mes de junio, que es cuando Grecia tiene que enfrentarse a una serie de pagos importantes. Habrá que ver cuál es la propuesta que Alexis Tsipras piensa desvelar en los próximos días, una vez que su ministro de Finanzas, el brillante y excéntrico Yanis Varoufakis, ha tanteado a algunos de sus acreedores. Esa gira por Europa, no se sabe por qué, se ha descrito como un fracaso, cuando, de momento, prácticamente ha liquidado a la troika y ha conseguido quebrar la unidad de criterio impuesta por Alemania. Cada vez está más claro, en todo caso, que la parte que parece más difícil de resolver es en el fondo la más fácil: la reestructuración de la deuda en sí. La verdadera discusión va a ser de orden político. Berlín, y por tanto Bruselas, pueden renegociar la deuda, como ya hicieron en el 2012, lo que no aceptan es que se reescriba el libro sobre qué hay que hacer para resolver una crisis económica. Sería como reconocer que todo lo que se ha hecho hasta aquí se ha hecho mal. Syriza puede acabar teniendo éxito, pero tiene que parecer un fracaso.

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