Glasgow, la cicatriz de la batalla

M. Ferreiro GLASGOW / ENVIADA ESPECIAL

INTERNACIONAL

Un grupo de unionistas ondean banderas británicas en George Square, Glasgow.
Un grupo de unionistas ondean banderas británicas en George Square, Glasgow. CATHAL MCNAUGHTON< / span> reuters< / span>

La ciudad que votó sí digiere el triunfo unionista y recupera el aliento tras vivir la campaña más tensa

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Glasgow solo está a cincuenta minutos de Edimburgo en tren. A unos setenta kilómetros. Pero la distancia en el referendo fue mucho mayor. En la capital escocesa el no ganó con el 61 % de los votos. En Glasgow el sí se impuso con el 53,5 %. Es el principal bastión de los cuatro ganados por los independentistas. La batalla electoral allí fue más encarnizada, con los soberanistas pisando a fondo el acelerador en las calles para quedarse con los votantes laboristas. Por ello, la digestión de la derrota aquí también está siendo más pesada, como pueban los disturbios. La mayor urbe de Escocia es la gran cicatriz del referendo.

Cerca de la calle Saint Vincent Place, en Glasgow, brilla un Porsche blanco bajo el sol. También deslumbran algunos escaparates. Es un bocado de lujo en una ciudad obrera que vivió tiempos muchos mejores cuando rumiaban con energía sus fábricas y astilleros y era el corazón industrial de Escocia. Ahora su tasa de desempleo figura entre las más altas del país. El pasado junio la BBC difundió que la esperanza de vida aquí es de 65 años. La más baja del Reino Unido e inferior a la de América Latina.

No muy lejos del Porsche, en el muelle de Custom House, una mujer petrificada levanta sus brazos hacia el cielo. Es la estatua de Dolores Ibarruri, la Pasionaria, con la frase: «Es mejor vivir de pie que morir de rodillas».

En la calle Buchanan, un grupo vende pulseras, banderas y folletos pidiendo libertad para Palestina. El escritor John Hilley luce una chapa verde del sí en su solapa. «Quería haber celebrado el triunfo mañana. Cumplo 56 años. Estoy muy decepcionado», dice. «Pero yo no voto por una cuestión de banderas. Es por justicia social, por garantizar ciertos derechos», apunta. Cree que el no se impuso por miedo y que en Glasgow ganó el sí por «la gente pobre». Para él, el 25 % de abstención registrada en su ciudad, la más alta de los 32 distritos electorales que participaban en el referendo, es solo un indicio de esa pobreza. «Yo no creo que fueran laboristas que no quisieran apoyar a ningún bando. Pienso que aquí hay una importante bolsa de población tan marginada que está al margen del sistema hasta para acudir a las urnas», comenta. No se plantea un referendo a corto o a medio plazo, pero cree que no será suficiente la oferta de autonomía del Gobierno británico.

Al otro lado, miembros del Partido Comunista reparten el Morning Star, su publicación de cabecera. «En los socialistas había de todo, nosotros apoyamos el no porque somos internacionalistas», dice Keith Stoddart, un trabajador social jubilado. Stoddart cree que la campaña fue agresiva en Glasgow, de mucha tensión para los que no querían la independencia, cuya visibilidad en las calles era mucho menor. «A veces estábamos rodeados de más de treinta personas, era muy asfixiante», dice.

Asegura que Alex Salmond tiene mérito por el hecho de haber logrado aglutinar en un partido «tendencias políticas muy distintas». Y no duda en enterrar en críticas a Margaret Thatcher y todas sus medidas económicas. Compara sus recortes a los actuales. Y a Thatcher con Angela Merkel. «Hace años había unos sindicatos fuertes y otras condiciones. Yo tengo una buena pensión pero mis hijos ya no van a tenerla», cuenta.

Conoce España, tiene una segunda residencia cerca de Torrevieja. ¿Casa eso con el marxismo? Se ríe y dice: «Nada es lo bastante bueno para los trabajadores».

De Glasgow es el exentrenador Alex Ferguson. Activista entregado al unionismo, creció en un barrio obrero que ahora agoniza y trabajó en un astillero. También Nicola Sturgeon, abogada, vicepresidenta de Escocia y principal favorita para convertirse en la líder del partido y en la primera ministra escocesa. Tan lejos y tan cerca. Como Edimburgo de Glasgow.

el referendo de escocia