El más reciente precedente sin primera dama fue efímero. Apenas duró tres meses y medio. El tiempo que va desde el divorcio de Nicolas Sarkozy de Cecilia Ciganer-Albéniz, en octubre del 2007, hasta su boda con Carla Bruni, en febrero del 2008. Pero, a diferencia de Hollande, su predecesor no tomó la iniciativa de la separación y ésta se produjo por consentimiento mutuo. Además el primer presidente francés divorciado siempre dejó clara la intención de rehacer su vida y de ofrecer al país una segunda damal
Hollande va a aprovechar su recuperada soltería libre de compromisos para eliminar la figura chapada a la antigua de la primera dama y dar una dimensión de modernidad institucional a su gobernanza. «El celibato no desacraliza la función en una democracia madura», opina el profesor de historia contemporánea Jean Garrigues. «Lo que desacraliza la función es presentarse como presidente normal, comportarse como el hombre de la calle y ser sorprendido en moto volviendo de casa de su amante», analiza en el dominical Le Journal du Dimanche.