Máxima Zorreguieta, un romance de cuento que surgió bailando en Sevilla

La Voz

INTERNACIONAL

30 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La argentina Máxima Zorreguieta (17 de mayo de 1971) es el miembro de la casa real holandesa más querido. No siempre fue así. Se lo ganó a pulso. Cuando la reina Beatriz anunció el compromiso con su hijo Guillermo Alejandro, saltó su pasado, el bueno y el malo. Era una chica mona, políglota y licenciada en Económicas, que ya había trabajado en bancos en EE.UU. y Bélgica. Lo malo era el pasado de su padre: ministro en la dictadura de Jorge Rafael Videla (1976-1981).

Ese dato no era ignorado por la soberana, que aún así dio el plácet a la pareja. Sin embargo, hubo ríos de críticas en La Haya (sede del Tribunal Penal Internacional que juzga crímenes de genocidio, guerra y lesa humanidad).

En la boda (2002), se optó por la vía más racional. Los padres de Máxima no irían al enlace. Cuando sonó el tango preferido de Jorge Zorreguieta, ella lloró. Eso la hizo más humana y ganar puntos.

Máxima es aire fresco en la casa de Orange-Nassau, cercana y natural. Padeció sobrepeso en la adolescencia. Su romance con Guillermo fue de cuento de hadas. Una amiga del colegio en Buenos Aires le ofreció en Nueva York asistir a una fiesta en Sevilla (1999) para presentarle a un joven. Él ya la conocía por fotos que le había enviado la alcahueta. Bailaron. Él estaba tieso. Ella comentó a sus amigas: «¡Es de madera!». Él preguntó qué decía. Se lo tradujo al inglés. Guillermo se rio y se enamoró. Tienen tres hijas. Catalina Amalia, de 9 años, es la heredera.