«Pese a las apariencias, el Gobierno chino es sorprendentemente frágil»

GABRIEL FRAGA PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El disidente defiende que el crecimiento económico sin derechos humanos, no vale nada

11 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Encontrarse con Ai Weiwei es una de esas experiencias en las que el periodismo se mezcla con el espionaje. Su casa en el barrio de Caochangdi, al norte de Pekín, está constantemente vigilada por cámaras de seguridad y numerosos agentes de incógnito rastrean la zona. Desde que la policía confiscó su pasaporte, este artista, escultor, arquitecto y activista chino vive en una especie de arresto domiciliario permanente, condenado a luchar en la sombra contra el despotismo de las autoridades de su país.

En la puerta de su oficina cuelga la radiografía de su cráneo, recuerdo que guarda de la hemorragia cerebral causada por la brutal paliza que en el 2009 le propinó la policía. Él se muestra contrariado por la obsesión del Gobierno hacia su persona, aunque la razón es simple: Ai Weiwei no es solo el artista internacional más influyente del momento, sino también un símbolo por la defensa de los derechos humanos.

-Desde los Juegos Olímpicos de Pekín hace cuatro años, cuando trabajó como asesor artístico en la construcción del famoso Estadio Nacional de Pekín, su relación con el Gobierno se ha deteriorado considerablemente. ¿Qué ha pasado desde entonces?

-Que yo sepa mi relación con el Gobierno nunca ha sido buena. Ellos jamás hubiesen elegido a alguien como yo para ese proyecto. Lo que pasó es que un equipo de arquitectura suizo ganó la competición para construir el estadio y ellos fueron los que me llamaron. Pero en China nadie sabía de mi participación.

Durante las Olimpiadas, China se convirtió en un estado policial. Los ciudadanos vieron reducidos sus derechos al máximo por la obsesión del Gobierno en mostrar una cara falsa a Occidente. Estoy orgulloso del trabajo que hicimos con el estadio, pero los Juegos fueron una farsa y por eso critiqué el evento públicamente.

-¿Cuál es su capacidad influencia en China? Parece que el Gobierno le tiene maniatado.

-Aquí no existo. Si escribes mi nombre o subes una foto mía en Internet el departamento de censura eliminará el contenido de inmediato. Mi influencia es muy limitada porque los medios tienen prohibido hablar sobre mí o simplemente se me presenta como un enemigo del Estado. Además, recibo constantemente advertencias para que evite el contacto con la prensa internacional.

Ahora creo que no hay nadie fuera, pero normalmente hay dos o tres agentes custodiando la puerta de mi casa. Es ridículo. Me sorprende realmente lo frágil que es el Gobierno y lo que están haciendo conmigo. Yo solo soy un artista que defiende la libertad de expresión y los derechos humanos.

-En Occidente existe admiración hacia su persona y lo que hace. Me pregunto si siente algún tipo de apoyo parecido aquí en su país.

-La verdad es que sí. A veces, cuando salgo a pasear, la gente joven se acerca para darme ánimos; es muy importante para mí porque me ayuda a pensar que no estoy solo. Uno de los momentos más emotivos fue el año pasado, cuando se creó una plataforma en Internet para ayudarme a pagar una multa de dos millones de euros que me puso el Gobierno. En menos de dos semanas decenas de miles de personas habían reunido más de la mitad de la cantidad requerida. Este gesto fue muy especial. Nunca antes en este país los ciudadanos se habían movilizado para apoyar a alguien acusado de ser un criminal.

-Parece sin embargo que el Partido Comunista de China ha tenido bastante éxito en el plano económico.

-La bonanza económica nunca es para siempre. Además, la crisis mundial ha frenado el crecimiento y, cuando los números no acompañan, las carencias que existen en la sociedad se hacen más visibles. En mi opinión el desarrollo económico sin derechos humanos no vale para nada. China tiene además otro gran problema. Hablo de la falta de confianza en el sistema. En la última década más de 200 millones de euros han volado a EE.UU., lo cual demuestra que ni siquiera los ricos creen que este sea un lugar seguro para su dinero.

«Ni siquiera los ricos chinos creen que este sea un lugar seguro para su dinero»

-¿Cree que el Gobierno consigue su objetivo de controlar las mentes de los ciudadanos?

-En esta sociedad la cultura y la creatividad no existen. La independencia, la imaginación y la pasión de los jóvenes han sido castradas ya que la naturaleza del sistema va en contra de que los ciudadanos piensen por sí mismos y formulen sus propios juicios de valor. La consecuencia es una grave crisis de identidad que la sociedad china viene arrastrando desde hace al menos un siglo y que ahora es más profunda que nunca.

-Usted viene de una familia de artistas. De hecho, su padre fue un conocido poeta. Curiosamente él también tuvo problemas con el Gobierno en el período de la Revolución Cultural. ¿Se siente identificado con él?

-Mi padre formó parte de la primera generación que el siglo pasado viajó a Europa para estudiar la manera de importar los valores democráticos a China. Mi situación guarda algunas similitudes con la suya, ya que a él también le consideraron un criminal y fue condenado por ello al exilio. Piensa que la estructura política china es la misma desde hace 400 años: todavía vivimos en un sistema unipartidista, sin libertad de expresión ni derecho a voto. Un sistema donde la corrupción es la norma.

«Todas las decisiones se toman a puerta cerrada. El sistema es inhumano»

-Enfrentarse a las autoridades en China es peligroso. Usted mismo lo ha sufrido en primera persona. ¿Considera abandonar su país si la cosa se pone aún más fea?

-Francamente, no sé qué más pueden hacerme. He sido arrestado, golpeado, han destrozado mi casa y ahora quieren ahogarme económicamente a través de multas porque dicen que no pago mis impuestos. Además, todavía no me han devuelto el pasaporte así que, aunque yo quisiera, no puedo viajar a ningúna parte. Lo peor que me puede pasar es que me vuelvan a meter en la cárcel.

-¿Cree que el nuevo líder del Partido Comunista, Xi Jinping, utilizará una política social diferente a la de su predecesor?

-Desafortunadamente nada va a cambiar. Desde el Gobierno ni siquiera se ofrece la más mínima posibilidad de debatir los problemas éticos y sociales que padece el país. Todas las decisiones se toman a puerta cerrada. El sistema en que vivimos es inhumano, pero ellos no creen que el cambio sea necesario. La sociedad china está preparada para abrirse al mundo, pero solo una revolución podría cambiar el curso de este país. Es una pena.