Un Nueva York fantasma

Paloma Ferro
Paloma Ferro NUEVA YORK / LA VOZ

INTERNACIONAL

30 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Tendida en la cama de un hotel escucho viento y lluvia. Nada fuera de lo común. Y menos para una gallega. Pero tengo en el estómago el nudo del miedo a lo desconocido. Soy primeriza en huracanes. Y las referencias que tengo grabadas en la retina, tierras arrasadas de países lejanos que veía desde mi rincón seguro de Galicia a través de la televisión, no son nada tranquilizadoras.

Procuro alejar ese pensamiento y salgo a la calle. Al fin y al cabo, este es un momento histórico y ¡quiero vivirlo! Dejo el apartamento en el que me alojo, en el medio de Manhattan, zona segura, y me acerco caminando hasta Times Square. Nadie diría que quedan apenas unas horas para que llegue lo peor del famoso huracán Sandy.

Los turistas, obcecados, paseamos con nuestro poncho de plástico, las pantallas gigantes siguen deslumbrando y hasta el cowboy medio en cueros siguen posando con su guitarra para atraer a los extranjeros y sacarse algún dólar: el espectáculo debe continuar! Esto es New York, baby....

Primeras inundaciones

Regreso al apartamento ya bajo una lluvia espesa, pero con menos miedo que antes. Estos americanos mira que son exagerados, me digo. Incluso me pregunto por qué no ha salido el vuelo que tenía que devolverme a España y que ha sido cancelado. Y maldigo al Sandy que iba a ser y no fue hasta que enciendo la televisión y las noticias muestran imágenes de inundaciones que están ocurriendo a pocos kilómetros de aquí: en el sur de Manhattan, en Queens, en Brooklyn. A los reporteros el agua les llega hasta la rodilla y las olas les sobrepasan la cabeza . Todos ellos me recuerdan que esto no es nada, que el centro del huracán aún no ha tocado tierra...

Me trago mis palabras sobre los yanquis alarmistas con los macarrones que he comprado en cantidades industriales por si el encierro se prolonga. Toca estar recluida.

Y sigo desde casa escuchando el viento y la lluvia, cada vez más fuertes, mezclados ahora con sirenas de policía y bomberos. Mientras la televisión muestra imágenes de una Nueva York ahora sí irreconocible, de calles vacías, McDonalds cerrados y luces apagadas. La gran manzana fantasma.