Alepo, un trampolín hacia Damasco

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

05 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Si es cierto que alguien en la ONU está pensando en Miguel Ángel Moratinos para sustituir al recién dimitido Kofi Annan como mediador en Siria, el español lo tiene difícil. Y no porque no sea un candidato adecuado (buena parte de su tiempo como ministro lo dedicó precisamente a hacer gestos para congraciarse con Tel Aviv y Riad con vistas a poder ser mediador en Oriente Medio). El problema está en la idea misma de mediación. La situación en Siria ha llegado a un punto en el que ya nadie está interesado en una solución diplomática: el régimen, porque cree que puede ganar aplicando más represión; los insurgentes, porque saben que su única esperanza está en provocar una intervención extranjera o una desintegración del Estado, y en ambos casos necesitan el caos. Pero sobre todo es la propia ONU, o más bien los países que la componen, quien no quiere una solución diplomática. Como sucedió con Gadafi, se ha invertido ya tanta retórica en la caída de Al Asad que cualquier otra cosa sabría a poco.

La mediación de Annan se aceptó a regañadientes, como una concesión a Rusia y China, y solo porque era seguro que fracasaría. No podía ser de otro modo: Las mediaciones en las guerras civiles solo funcionan cuando la violencia ha agotado sus posibilidades creativas, como en el caso de los Balcanes en los años 90. Este no es el caso de Siria, donde la guerra apenas acaba de empezar. Se ha dado la impresión de que el Ejército ha estado empleándose a fondo, pero la realidad es que hasta ahora no ha necesitado utilizar más que una fracción de su potencial. Las guerrillas que luchan contra el régimen tampoco han empezado a estructurarse mínimamente hasta hace unas semanas y, aunque llevan meses recibiendo armas, entrenamiento y asistencia externa es ahora cuando el material fluye en cantidad y calidad suficiente para montar ofensivas como la de Alepo o Damasco. Esto ya ni siquiera se oculta, y en las imágenes que nos llegan de esas ciudades es fácil ver que la mayoría de los guerrilleros llevan el mismo modelo de chaleco de camuflaje y disponen de misiles portátiles tierra-aire y otro material sofisticado. Se ha divulgado esta semana que Barack Obama autoriza a la CIA para que tome parte en el conflicto, pero en realidad la orden en cuestión se firmó hace meses. Hace tiempo que la coordinación de los agentes norteamericanos y saudíes (Riad es quien paga toda la operación) se hace desde territorio turco, en Adana, a diez kilómetros de la base de la OTAN de Incirlik.

La ofensiva de Alepo el primer fruto serio de esta coordinación. El objetivo es obvio: si se logra el control de esta ciudad próxima a Turquía, aunque sea por unos días, se podrá establecer una zona de exclusión aérea informal, y su cercanía a la frontera permitiría crear un corredor por el que las armas y los asesores llegarían hasta las mismas puertas de Damasco. Siempre estuvo claro que sería ahí, en la capital, el bastión del régimen, donde se iba a decidir el final de partida. Siempre estuvo claro también que no sería incruento.

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