La inexperiencia del sucesor y la falta de vínculos con el poder inquietan a EE.UU.

VICTORIA tORO NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

21 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La situación de Corea del Norte tras la muerte de Kim Jong-il preocupa seriamente a la Administración Obama. El hijo y sucesor del dictador es un joven de unos 30 años sin ninguna experiencia de gobierno y, según creen los analistas, sin vínculos estrechos con el círculo del poder norcoreano. Y esa situación, unida a la precaria estabilidad de la región que podría convertirla en un polvorín nuclear, explica el temor estadounidense.

Washington debía decidir esta semana si volvía o no a participar en las conversaciones sobre desarme nuclear en Corea del Norte, después de unos años en los que ha esperado pacientemente y sin hacer ninguna maniobra a que ese país abandonara su programa atómico. Pero tras la muerte de Kim Jong-il, EE.UU. se enfrenta ahora a un escenario desconocido.

Nadie está seguro de si los círculos del poder norcoreanos se unirán en torno al hijo del líder fallecido o aprovecharán la oportunidad para dar un golpe de mano y elevar a otra persona. Y esa situación hace que en Washington se siga con extrema atención lo que ocurre en la península coreana. Y es que hace ya tiempo que desde el Ejército estadounidense se ha alertado sobre las gravísimas repercusiones que podría tener el derrumbe del régimen norcoreano.

Interés conjunto

El Gobierno estadounidense está en contacto con el de Pekín, tan interesado o más que Washington en que en la región no estalle un conflicto. Ayer se publicó también que es seguro que China aumentará las ayudas a Corea del Norte para intentar garantizar un cambio de poder pacífico.

Mientras tanto, como en el resto de cuestiones, los políticos estadounidenses también están divididos en lo que atañe a Corea del Norte. El demócrata Bill Richardson alababa la postura «diplomática» de Obama y decía que hay que esperar a ver qué dicen los comandantes militares norcoreanos en las próximas 48 horas. Pero el republicano John McCain se alegraba de que el dictador esté ya «en un cálido rincón del infierno» y añadía: «Deberíamos estar haciendo todo lo posible por deslegitimar esta sucesión».