Isabel II honra a los mártires de la dominación británica

Imanol Allende LONDRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Homenajeó a catorce civiles asesinados en 1920 y a los irlandeses muertos durante la Primera Guerra Mundial

19 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La segunda jornada de la visita de Isabel II a Irlanda, considerada como la más política de los cuatro días de viaje oficial, estuvo cargada de actos simbólicos. La reina pisó el estadio de fútbol gaélico de Croke Park, donde el 21 de noviembre de 1920, en plena guerra por la independencia del Reino Unido, policías británicos ametrallaron de manera indiscriminada a los asistentes a un partido, causando la muerte a catorce civiles. Fue una mera venganza por el asesinato horas antes de catorce agentes secretos británicos a manos del Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Conocido como el primer Bloody Sunday (domingo sangriento) es el símbolo de la brutal represión británica durante el proceso independentista de Irlanda.

Pero este solo fue el primero de los actos simbólicos programados y que tienen como objetivo sellar las heridas producidas entre los dos países durante el siglo XX, desde el proceso de independencia hasta el conflicto sectario en el Úlster.

Otro fue la visita que hizo la reina y su esposo a Islanbridge a primera hora de la mañana al monumento que conmemora los más de 50.000 irlandeses que murieron en la Primera Guerra Mundial como parte de la fuerza expedicionaria británica en Francia. La soberana depositó una corona de flores. Estuvo presente en el acto el ministro principal del Úlster, Peter Robinson, pero no así su número dos, el republicano del Sinn Féin Martin McGuinness, cuya fuerza política se opone a la presencia de la reina en la República de Irlanda. El martes, una veintena de personas fueron detenidas tras los enfrentamientos entre la policía y manifestantes opuestos a la visita.

Isabel II y su marido visitaron durante la jornada las factorías de la cerveza Guinness en Dublín y, por la noche, el primer ministro británico, David Cameron, viajó hasta Dublín para asistir a una cena de honor ofrecida por la presidenta irlandesa Mary McAleese en el castillo de esa ciudad, antiguo cuartel central de la administración colonial británica en Irlanda. Cameron también se reunió con el Taoiseach, Enda Kenny.