«Ambigüedad creativa»

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

21 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La OTAN por fin ha encontrado la fórmula para superar la crisis de identidad que le sobrevino al acabarse la guerra fría. La clave la ofrecía ayer en Lisboa su secretario general, el danés Anders Fogh Rasmussen: «Un poco de indefinición creativa nunca está de más». Y efectivamente, la indefinición, creativa o no, parece haberse convertido en la consigna de la OTAN.

Por una parte, la organización asume cada vez más el papel de brazo armado oficioso de la ONU en el mundo. Sus misiones desarrollan resoluciones del Consejo de Seguridad, ocupándose de cuestiones que van desde la lucha contra la piratería en Somalia hasta otras tan alejadas de sus objetivos fundacionales como la persecución del tráfico de personas o delitos que todavía no existen como el ciberterrorismo. Por otra parte, sin embargo, la organización se resiste a abandonar los viejos esquemas de la guerra fría o a perder su carácter de alianza estrictamente trasatlántica. Esto puede verse, por ejemplo, en la insistencia en una Europa fuertemente nuclearizada, un concepto estratégico que solo tendría sentido pensando en una confrontación con Rusia, de quien sin embargo se quiere que sea un aliado. Se insinúa que la razón es Irán, pero lo cierto es que este país no tiene armas nucleares, y caso de tenerlas nadie cree seriamente que fuese a constituir una amenaza para la República Checa o Polonia ¿Cómo conciliar esta contradicción? Indefinición creativa: «La OTAN es una organización regional y también global», ha dicho Rasmussen.

Resuelto de esta manera el problema de qué es lo que debe hacer la OTAN, queda el de cómo hacerlo. En esta cumbre ya no se ha dicho, como en otras anteriores, que es en Afganistán donde se demostrará si la OTAN tiene sentido o no, porque Afganistán no va bien. Ayer había necesidad de lanzar un titular para tranquilizar a las opiniones públicas que han dejado de creer en esta guerra. Pero al mismo tiempo, comprensiblemente, no se quería mandar el recado a los talibanes de que ya han ganado. Así que finalmente se ha optado por un calendario que, según cómo se mire, dice 2012, 2014, 2015 o lo que uno quiera. Ambigüedad creativa, en definitiva.