Blair cayó en la bebida por Brown

Imanol Allende LONDRES/LA VOZ.

INTERNACIONAL

Cuenta en sus memorias que empezó con un whisky al deteriorarse la relación con su número dos y dice de Lady Di que «jugaba con los sentimientos de los demás»

02 sep 2010 . Actualizado a las 02:26 h.

La relación entre Blair y su ministro de Economía, Gordon Brown, que se inició en los años noventa con la pasión de la juventud y una trayectoria en común emocionante y desconocida, se convirtió con el paso de los años y la convivencia diaria en Downing Street en una relación matrimonial asfixiada y repleta de rencores: «una relación en la que los dos nos conocíamos demasiado bien», dice el ex primer ministro británico, Tony Blair, en su tan esperado libro de memorias, publicado ayer en el Reino Unido con el título de A Journey ( Un viaje ) .

En sus memorias recogidas durante los años en los que fue primer ministro , 1997-2007, y reunidas en más de 700 páginas, Blair habla del «difícil Gordon, a veces desesperante», y confirma que el tener que soportar la presión diaria de su ministro de Economía lo condujo a la bebida. Comenzó con un vaso de whisky o un gin-tonic antes de la cena y, con el paso del tiempo, comprobó que no podía irse a la cama sin haber bebido también media botella de vino todos los días. «No sabía si la bebida era buena porque me relajaba o mala porque estaba relajado cuando debía de estar trabajando», confiesa Blair.

Blair también confirma que decidió no cesar a Brown porque pensó que «era mejor tenerlo dentro y controlado». En el 2004 se lo planteó, indica Blair, pero Brown tenía ya tanto poder a su alrededor que hubiera dividido el partido en dos. También acusa a Brown del desastre electoral de este año. «Sabía que sería un desastre porque estaba abandonando los postulados del Nuevo Laborismo». Por último, Blair lanza quizás el ataque más duro contra su ex ministro cuando acusa a Brown de orquestar la investigación por el escándalo de las dietas de los parlamentarios por vengarse, para que Blair fuera el primer jefe de Gobierno que era interrogado por la policía en una investigación criminal. Blair describe a Brown como «cálculo político, sí; sentimientos políticos, no; inteligencia analítica, absolutamente; inteligencia emocional, cero». Agrega que «es un hombre incapaz de hacer frente a la política moderna».

Blair dice que Irak es sinónimo de angustia y tristeza. «Siento angustia y una sensación de tristeza que va más allá de la descripción convencional o la compasión que se siente al escuchar las trágicas noticias de los muertos en el conflicto», escribe, y añade que «aunque ha habido muchas lágrimas, estas no lo describen todo, me siento desesperadamente triste por las vidas perdidas». Sin embargo, Blair no se atreve a pedir perdón. «No puedo pedir perdón con palabras, solo espero poder redimir algo de la tragedia con las acciones de toda una vida, la mía». Reconoce que «no podía pedir perdón durante la Investigación Chilcot porque no podía soportar ver al día siguiente los titulares de la prensa diciendo: ''Blair pide perdón por la guerra''». Continúa diciendo: «No puedo lamentar la decisión de ir a la guerra, ya que nunca supuse que se iba a desencadenar tal pesadilla».

Blair sigue convencido, y así lo dice en sus memorias, que la invasión del 2003 estaba justificada porque Sadam Huseín suponía una amenaza y podría haber desarrollado armas de destrucción masiva. «Haber dejado a Huseín en el poder era un enorme riesgo de seguridad, a pesar de las terribles consecuencias de la guerra», escribe Blair.

Advirtió a Lady Di

Otro aspecto que destaca de las memorias es la manera poco elegante en la que describe a Diana, princesa de Gales. «Los dos fuimos, cada uno a su manera, manipuladores», afirma Blair, «buenos a la hora de ganarnos los sentimientos de los demás y jugar con ellos». Blair cuenta que advirtió a la princesa Diana de Gales sobre su relación con Dodi al Fayed. En un encuentro en julio de 1997, un mes antes de que se produjera la muerte de la princesa, el ex primer ministro le dijo que él creía que su relación con Fayed era «un problema». «Lady Di, comenta Blair, no se mostró muy contenta con estas palabras».