Una parodia de otra parodia

Miguel A. Murado

INTERNACIONAL

02 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Se suele considerar que los procesos estalinistas de Moscú de 1938 fueron una parodia judicial. El juicio que acaba de comenzar en Teherán, por tanto, sería «una parodia de una parodia», porque casi todo recuerda a aquel lamentable episodio: desde las acusaciones de traición a las confesiones recitadas. Oír ayer como Mohamed al Abathi, uno de los acusados, reconocía ser un agente provocador y haber engañado a sus seguidores era como escuchar al bolchevique Bujarin autoinculparse de ser un espía nazi.

Pero el parecido termina ahí. Ahmadineyad no es Stalin. Quizá no por falta de ganas, pero sí de atribuciones. Tampoco es el ayatolá Jamenei quien manda en todo, a pesar de su título de líder supremo (que, en realidad, solo le damos los periodistas occidentales). Irán es un complejo encaje de grupos de poder que solo funciona como Estado totalitario cuando todos reman en la misma dirección. Y eso no es lo que está pasando ahora.

El desafiante Ahmadineyad

Cuando faltan pocos días para su nombramiento oficial como presidente, Ahmadineyad está en dificultades: El líder supremo le ha prohibido que coloque a Esfandiar Mashaie como vicepresidente (no por su supuesto «apoyo a Israel», como disparatadamente se ha dicho, sino porque es conocido por practicar una variante semi herética del chiismo). Pero además el presidente tiene tantos enemigos en el Parlamento que aún así no le va a ser fácil lograr que le aprueben al resto del Gabinete, como ya le pasó hace cuatro años. Y esto por parte de los conservadores. Por parte de los centristas, el ayatolá Rafsanyani le atacaba la semana pasada, lo que no es nuevo, pero sí que lo hiciese en un acto al que fue invitado por Jamenei. Es otra advertencia. En cuanto a los reformistas, las protestas callejeras, aunque ocasionales y muy disminuidas, siguen produciéndose.

Frente a todo esto, Ahmadineyad reacciona como suele hacerlo, de manera desafiante: poniendo a Mashaie de jefe de Gabinete y colocando en el Gobierno a Alí Kordan, al que el Parlamento ya sometió a proceso en su día (entre otras cosas, por falsificar un título de licenciado por la imaginaria universidad Oxford de Londres, por absurdo que parezca). Muchos piensan que de no ser por la inestabilidad que han creado las protestas, Ahmadineyad ya habría sido destituido. En todo caso, la situación es mucho más cambiante de lo que parecía tan solo hace un par de semanas. A la oposición reformista se la está juzgando a la luz del día, pero entre bambalinas también podría estar en marcha un juicio al poder.