La corrupción calienta el fin de la campaña electoral en Irán

Pierre Celerier

INTERNACIONAL

El ex presidente Rafsanyani amenaza con disturbios al guía supremo, Alí Jamenei

11 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Irán echó ayer el cierre a una campaña electoral que se ha ido caldeando con denuncias de corrupción a medida que avanzaba y que, en la jornada final, vivió un episodio insólito cuando el ex presidente Rafsanyani, que no se presenta como candidato, advirtió al guía supremo, Alí Jamenei, que se producirán disturbios en el país si no media en el conflicto que lo opone al presidente saliente, Mahmud Ahmadineyad.

Ahmadineyad había acusado a Rafsanyani y a su hijo Mohsen de corrupción durante un debate televisado contra su principal adversario en las elecciones presidenciales de mañana, Musavi. Sin embargo, Rafsanyani no obtuvo derecho de respuesta en la televisión del Estado, cuyo director es nombrado por el guía supremo, con el argumento de que no es candidato.

Desafiante, pidió ayer al guía, como «amigo, compañero y camarada de armas de ayer, hoy y mañana», que resuelva «el problema y tome las medidas necesarias para terminar con este motín [de Ahmadineyad] y apagar el incendio cuyo humo ya se ve». La advertencia del ex presidente iraní es un hecho sin precedentes en una campaña presidencial en Irán.

Durante su transcurso, el actual presidente, el ultraconservador Ahmadineyad, se presentó como el líder de un campo antiimperialista frente al empuje de su principal rival, el moderado Musavi, un ex primer ministro de talante reformista y más proclive a una negociación con Occidente, que logró polarizar en torno a su persona las ansias de cambio en la sociedad.

Contó con el respaldo visible de buena parte de la juventud de las ciudades, que exige mayores libertades individuales, y vio como se creaba un movimiento de mujeres en torno a su esposa, Zara Rahnavard, cuya potencia en las urnas es una incógnita, pero ha despertado la simpatía social.

Junto con los otros dos candidatos que le disputan el poder a Ahmadineyad, el también reformista Karrubí y el conservador Rezai, Musaví esgrimió contra el presidente una situación que en el plano interno es delicada. La inflación pasó de aproximadamente el 10% a más del 25% durante los cuatro últimos años. El desempleo supera el 12%. Y el espectro de un déficit presupuestario colosal amenaza las arcas del Estado si los precios del petróleo no suben.

En respuesta, Ahmadineyad presentó cifras y diagramas que contradecían esos datos oficiales. Al mismo tiempo, incrementó los gestos populistas. Concedió préstamos sin interés, donaciones en efectivo y subvenciones de los productos de primera necesidad a los sectores más necesitados.

Su estrategia fue frontal. Así, durante los debates en televisión, vinculó a sus rivales con los «aprovechadores» del régimen, a los que el año pasado identificó como una «mafia económica». «¿De dónde viene el dinero de su campaña?», le preguntó a Musaví, antes de acusarlo de contar con el apoyo del ex presidente Rafsanyani. Este último, que aparentemente posee una fortuna considerable, sacó ayer la artillería para exigir una rectificación.