El Gobierno chino promete que los monjes que gritaron «Tíbet no es libre» no serán castigados

Redacción digital

INTERNACIONAL

Subrayaron que lo dicho por los religiosos era una falsedad

28 mar 2008 . Actualizado a las 10:42 h.

Los monjes que protestaron ante la delegación de periodistas extranjeros en Lhasa, y gritaron «Tíbet no es libre» entre otras consignas, no serán castigados, prometieron las autoridades de la región autónoma, pero subrayaron que lo dicho por los religiosos era una falsedad.

«Lo que dijeron no es verdad. Están intentando confundir la opinión del mundo», aseguró en rueda de prensa horas después del incidente, el vicepresidente de la región autónoma ante la misma delegación de periodistas, Baema Chilain, citado hoy por la agencia de noticias Xinhua.

«Los hechos no deben distorsionarse», añadió el alto cargo de etnia tibetana.

La prensa china apenas habló del incidente, pero las imágenes de los monjes, que se atrevieron a romper el silencio para declararse en contra del gobierno comunista, dieron la vuelta al mundo.

Ayer, jueves, en la segunda jornada del viaje a Lhasa organizado por el Gobierno de Pekín para 26 periodistas extranjeros, una treintena de monjes del monasterio de Johkang, en el centro de la ciudad, interrumpieron la visita de los reporteros con protestas e incluso llantos, asegurando que las autoridades no les dejaban salir del templo.

Los religiosos afirmaron que el confinamiento tiene lugar en varios ministerios de la ciudad, acusaron de «mentirosas» a las autoridades chinas, y se mostraron temerosos de que sus declaraciones fueran castigadas por las autoridades.

También gritaron, según las informaciones escritas por la delegación de periodistas en Lhasa, que el Dalai Lama no era culpable de la violencia registrada el pasado 14 de marzo, pese a que Pekín insista en que él fue el instigador de la revuelta.

China organizó el viaje ante las repetidas peticiones de la prensa extranjera para que el país asiático permita la libre circulación de periodistas en el Tíbet, cerrado a la información internacional desde hace años por lo que Pekín considera «razones de seguridad».

Es la primera vez que Pekín organiza un viaje a un lugar sacudido recientemente por conflictos, ya que con frecuencia las autoridades cierran el acceso de medios extranjeros a zonas de protestas y expulsan a sus periodistas, en ocasiones haciendo uso de la violencia.