Un ex diplomático al que comparan con Bill Clinton

Sid Astbury

INTERNACIONAL

25 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

En un último y desesperado intento por no perder a los votantes tentados por el laborismo, el primer ministro australiano, John Howard, comparó a su adversario Kevin Rudd con un cachorro que se compra por capricho al verlo en un escaparate, pero que después es para toda la vida.

Será el primer ministro con menos experiencia de la historia y su victoria implica que el laborismo se impone a nivel estatal y federal de costa a costa por primera vez desde 1901. Lo curioso es que el ex diplomático logró acabar con once años de Gobierno conservador prometiendo hacer los mínimos cambios posibles.

Rudd no se describe como un socialista y ni siquiera como el jefe de un partido de izquierda. Es más bien poco laborista, y sus políticas se diferencian poco de las de Howard.

«Rudd es el Bill Clinton de la política australiana», aseguró el comentarista estadounidense Frank Luntz. «Borra por completo los límites, de modo de que se trata más de una elección de personalidad que de política».

Cristiano devoto de 50 años

Este cristiano devoto de 50 años promete seguir con el libre comercio, los presupuestos equilibrados, la industria sin proteccionismo y una tasa de cambio flotante. Padre de tres hijos y con un dominio del mandarín, mantendrá la alianza militar con Estados Unidos y tratará de emular a Howard en su táctica de ser buen amigo tanto de Washington como de Pekín.

En los temas sociales, Rudd también es conservador. No habrá matrimonio gay, ningún tratado simbólico con los 500.000 australianos que se definen como aborígenes, ni una agenda más progresista con respecto a la inmigración.

Rudd, que convenció a los ciudadanos demostrándoles que el cambio no entrañaba riesgos, suavizará la política industrial de Howard, profundamente impopular, pero en ningún caso dará el poder a los sindicatos.

Ratificará además el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático, pero no así el tratado que lo suceda, si no incluye también metas para que los países en desarrollo reduzcan sus emisiones contaminantes.