La Declaración final de la Cumbre dejó todo para «mejor oportunidad» y aunque el gobierno anfitrión del presidente Kirchner hizo lo imposible para que no se note, la reunión continental fue un sonoro fracaso. El árbol de las disputas particulares no dejó a los líderes ver el bosque de una región donde crecen la miseria, el hambre y la desesperanza. El fracaso de la IV Cumbre de las Américas se refleja en la discusión que aún continúa entre el presidente de México, Vicente Fox, y el mandatario argentino Néstor Kirchner. Fox manifestó que «el pensamiento del presidente argentino está más orientado a cumplir con la opinión pública de Argentina que con el logro de la integración americana». Además le responsabiliza de haber promovido las movilizaciones anti cumbre y las marchas anti Bush: «En las calles esa cumbre alternativa tuvo una influencia fuerte sobre el presidente Kirchner, o Kirchner tuvo una influencia fuerte sobre ellos. No sé cuál es la realidad», indicó. Fox calentó el ambiente al calificar a los cuatro países del Mercosur y a Venezuela como «chiquituelos» por haberse opuesto al ALCA. Además minimizó el rol de Argentina por ser una economía «3,5 veces menos grande que la mexicana». Desde Buenos Aires Kirchner respondió: «Que el presidente Fox se ocupe de México. A mí me votaron los argentinos. Si para tender a la unidad latinoamericana hay que defraudar a los pueblos, entonces el presidente Fox tiene una visión de la integración que no compartimos».