Osama Bin Laden quiere hacerse con armas nucleares, y los talibanes no dejan que los niños vuelen cometas. George Bush denunció ayer una vez más a los «malvados» que, aseguró, «buscan desestabilizar regiones y naciones enteras».
06 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.JAIME MEILÁN
NUEVA YORK. Corresponsal
Sus acusaciones llegaron vía satélite a una congregación de líderes de Europa del Este reunidos en Varsovia para una conferencia sobre el terrorismo. La Administración estadounidense está preocupada porque cuatro semanas de bombardeos parecen haber enfriado los ánimos de guerra en muchos puntos del planeta. De ahí que Bush se centre estos días en una personal campaña diplomática.
Desde el pasado lunes y durante los próximos siete días, el presidente americano se ha propuesto jugar a pastor de almas. A mimar las de la indefinida coalición internacional en la que dice apoyar su ofensiva militar. A cuidar de que el redil diplomático no se desmorone.
La estrategia incluye reuniones cara a cara con hasta ocho dirigentes internacionales. El lunes se vio en Washington con el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika; ayer, con el francés, Jacques Chirac, y la peregrinación continuará, entre otros, con el británico Tony Blair, el indio Atal Bihari, el paquistaní Pervez Musharraf y el ruso Vladimir Putin.
También protagonizará teleconferencias, como la de ayer, discursos ante la ONU, el sábado, o para calmar la ansiedad bacteriológica de los americanos, el jueves en Atlanta.
El caso es que Bush hace estas cosas a su manera. Su intervención vía satélite es buena muestra de ello.
A la audiencia de Varsovia le exigió un compromiso absoluto en la lucha contra quienes equiparó a los «fascistas totalitarios» de la guerra fría. «Hoy nuestra libertad está amenazada de nuevo», les dijo.
Tras ponerles los pelos de punta con posibles horrores nucleares, recordó que los talibanes prohíben que los niños vuelen cometas o que hagan muñecos de nieve, y que las niñas son golpeadas por llevar zapatos blancos.