En los siete meses que duró el caso Elián, más de 200 inmigrantes mexicanos perecieron al intentar cruzar a EE UU Estados Unidos es un imán de fuerza irresistible para muchos mexicanos. Irresistible, y también mortal en demasiadas ocasiones. La asociación hispana La Raza recordaba recientemente esta trágica realidad durante la convención anual que celebró en San Diego (California). Allí se denunció que en los siete meses que el país estuvo pendiente de las tribulaciones del balserito Elián González, más de 200 inmigrantes murieron intentado cruzar la frontera con México. A los peligros naturales de la aventura se une ahora otro menos tradicional: el de los rancheros metidos a cazadores de «espaldas mojadas».
15 jul 2000 . Actualizado a las 07:00 h.JAIME MEILÁN NUEVA YORK. Corresponsal El número de fallecidos intentado alcanzar el sueño americano no deja de aumentar. Un estudio publicado el año pasado en Texas reveló que 1.185 personas perecieron entre 1994 y 1997 buscando entrar en Estados Unidos a través de las zonas fronterizas más inhóspitas. Esa cifra refleja sólo aquéllos cuyos cadáveres han sido encontrados. Muchos otros desaparecen para siempre sin dejar rastro. Porque la muerte se produce en áreas montañosas en las que caen víctimas de hipotermia, o por ahogamiento al cruzar ríos o canales, o por deshidratación en el desierto. En 1998, el Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) registró el fallecimiento de 254 inmigrantes ilegales en los más de 3.200 kilómetros de frontera. Es decir, casi los mismos que se han producido en los seis primeros meses del año en curso. Las organizaciones latinas de Estados Unidos apuntan a la política de Washington como el principal motivo de tan negras estadísticas. La vigilancia en los sectores fronterizos que eran más asequibles y frecuentados se ha reforzado al máximo. De tal forma que los espaldas mojadas se aventuran cada vez más a través de zonas donde burlar las patrullas de uniformados es sinónimo de jugarse la vida.