El director de fútbol, que implantó la aceleración de procesos en la cantera y que vendió por valor de 72 millones renueva hasta junio del 2030
13 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El contrato que firmó Marco Garcés cuando llegó al Celta en las Navidades del 2023 tenía una cláusula de rescisión unilateral al término del segundo año, pero lejos de activarla ninguna de las dos partes, Marián Mouriño decidió refrendar el método Garcés por cuatro temporadas y media más, hasta junio del 2030, lo que fútbol se puede considerar como un proyecto de largo recorrido.
Los números deportivos y económicos están de parte del ejecutivo mexicano: vendió por valor de 72 millones, compró por 22,2, fichó a jugadores importantes como Marcos Alonso con la carta de libertad, hizo 39 operaciones y fue capaz de darle salida a 14 futbolistas en calidad de cedidos tras dos veranos de órdago. En lo deportivo, y de la mano con Claudio Giráldez, el primer equipo se clasificó para competición europea ocho temporadas después y en el fútbol formativo, la arriesga apuesta de la aceleración de procesos se convirtió en todo un éxito. Basta con girar la mirada hacia un Celta Fortuna barbilampiño, pero que está firmando dos años muy meritorios.
«O Celta e Marco Garcés alcanzaron un acordo para a renovación do contrato do director de fútbol ata xuño de 2030, fortalecendo desta maneira a aposta nun proxecto deportivo ambicioso e en plena expansión, sustentado nunha metodoloxía que está a transformar todas as categorías do fútbol celeste», anunció el club en un comunicado en la mañana de este viernes, indicando que el mexicano había situado «a canteira no centro da planificación deportiva, impulsando unha profunda reorganización da área deportiva co obxectivo de reforzar a estrutura interna, acelerar procesos e optimizar o rendemento global da entidade».
Desde que aterrizó en Vigo, Marco Garcés solo pudo viajar a su país en una ocasión por trámites burocráticos, se ha esforzado por aprender gallego —«moi contento de seguir xuntos», fue su frase en las redes sociales— y por entender la idiosincrasia de los vecinos de la fachada atlántica y,desde el principio, no solo se identificó con el proyecto de cantera, sino que redobló la apuesta con Claudio Giráldez hasta conseguir que la mitad de la primera plantilla tenga la etiqueta de canteranos.
Su filosofía en política de fichajes es clara: invertir solo en lo que no produce A Madroa. Tampoco se esconde en la escala salarial de la primera plantilla: un primer nivel reservado a los elegidos (no más de cuatro), un segundo para la mayoría de los jugadores y cuatro o cinco fichas para futbolistas emergentes que reclamen una oportunidad desde la cantera. Esta temporada no ha podido cumplir del todo este objetivo al quedarse con 28 jugadores en la primera plantilla, pero la clasificación para la Europa League alteró todo el tablero.
Hasta la fecha, Marco siempre ha cumplido con la obligación de vender para cuadrar cuentas: a Larsen en la 23/24 y a Fer López y Tasos Douvikas en la 24/25. En total, sus cinco operaciones de venta reportaron al club 72 millones brutos. Por el contrario, el Celta compró bajo su mandato por valor de 22,2, siendo Ilaix Moriba, con 6, el jugador más caro. Tadeo Allende fue su primer fichaje por unos 4,5 millones que ahora parecen recuperables y Jones El-Abdellaoui, por 4,2, es su gran apuesta de futuro y, seguramente, el primer fichaje de laboratorio.
Pero por encima de todo, Marco ha sabido sobrevivir a la operación salida de cara verano por contar el equipo con un exceso de jugadores. En sus dos años, ha realizado 14 operaciones de cesión y 7 rescisiones para aligerar la carga. También ha apostado por un caladero de jugadores africanos emergentes para el fútbol base que comienza a emerger en el B.