La fiesta de Balaídos acaba con un empate para el Celta (2-2)

X.R. CASTRO VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

Los vigueses equilibraron por dos veces, con tantos de Aspas y Douvikas,  los goles de un Valencia que siempre fue por delante

27 may 2024 . Actualizado a las 21:29 h.

Balaídos fue una fiesta en los aledaños y en la grada para celebrar la permanencia. Ese ambiente dejó en un segundo plano un partido de trámite en donde el Valencia comenzó más metido y se adelantó por dos veces, pero el Celta fue capaz de equilibrarlo en otras tantas ocasiones. Iago Aspas, de penalti, y Tasos Douvikas, marcaron los tantos celestes.

Claudio Giráldez quiso ponerle la guinda a la fiesta de la permanencia llenando el campo de canteranos. El porriñés batió el récord de la temporada de jugadores de casa en un once con siete, uno de ellos el debutante Yoel Lago, pero en lo futbolístico la idea no cuajó.

El Valencia, con más titulares en su once y más metido en el partido, salió mejor y encontró un filón en una banda derecha en donde Kevin Vázquez ejercía de central-lateral y Miguel Rodríguez, de carrilero. Thierry, con un par de carreras, desnudó el entramado defensivo y en una de sus cabalgadas hasta la línea de fondo, sacó un pase atrás que Carlos Domínguez introdujo en su propia portería. No fue la única ocasión clara del equipo che a lo largo del primer tiempo, porque Canós estuvo cerca del gol con un par de disparos y un pase de la muerte de Diego López no encontró rematador con la portería vacía.

El Celta, con más ganas que fútbol, recurrió a Óscar Mingueza, que repitió en el carril izquierdo, y en un centro del catalán, Aspas envió el balón al palo en la ocasión celeste más clara. Tasos Douvikas, a quien de titular le cuesta mucho más, tuvo un mano a mano con Mamardashivili del que salió perdedor y fue víctima de un bloqueo en una buena posición. Un tiro de Mingueza desde la frontal, con respuesta del portero georgiano, fue la última ocasión de un Celta que fue creciendo con el partido, pero que se fue de vacío al descanso. En gran medida, porque le faltó una marcha más para sorprender a un Valencia bien plantado.

Claudio Giráldez, hombre de convicciones balompédicas profundas mantuvo la apuesta en el arranque de la segunda mitad y, a los dos minutos, Mosquera agarró a Williot Swedberg, que le había ganado la partida dentro del área, y el colegiado decretó penalti. Aspas cogió el balón, Mamardashvili le metió presión, le adivinó el lado e incluso llegó a tocar el balón, pero el 10 terminó marcando.

Entonces, el partido se abrió, sin la dictadura de los puntos, los dos equipos arriesgaron y el final de temporada se convirtió en un loco ejercicio balompédico. Se volvió a adelantar el Valencia en una mala defensa celeste que acabó con penalti de Beltrán a un Thierry imparable. Lanzó Alberto Marí e Iván le adivinó el costado, pero el balón terminó entrando.

El Celta respondió por la vía rápida con una contra de vértigo con asistencia de Aspas y gol de Douvikas de tiro cruzado. Con el 2-2 el Celta tuvo dos contras para ponerse por delante, una de Larsen y otra de Aspas, pero en ambas llegó un corte salvador para los valencianistas.

Pero Aspas terminó pidiendo el cambio, el Celta se descompuso un poco (Giráldez quiso premiar a Javi Rueda y Carlos Dotor dándole minutos) y el partido entró en una fase plomiza con el balón en posesión del Valencia y con los desplazamientos en largo hacia Larsen como recurso de los celestes, pero ya no pasó nada más. Un empate para cerrar un curso duro pero con el aprobado de la permanencia. La temporada acabó con una vuelta al ruedo de los célticos con el entrenador a la cabeza.

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