El club y el técnico modificaron el contrato que les unía hasta el 2024, pasado el centenario, para adelantar su salida
25 oct 2022 . Actualizado a las 10:33 h.Reza el dicho popular que el noviazgo es física, el matrimonio, química y el divorcio, matemáticas. El Celta y Eduardo Coudet ajustaron sus cuentas al inicio de esta temporada, conscientes las dos partes de que comenzaban a transitar por caminos diferentes. La llegada de Luís Campos como asesor deportivo externo y la planificación que el club acometió bajo su batuta distanció todavía más al técnico de la directiva, en una relación que ya se había enfriado notablemente la temporada pasada, sobre todo a partir del mercado de invierno.
De mutuo acuerdo, y con buen talante mostrado por ambas partes, el técnico y el Celta revisaron las condiciones del contrato que unía al argentino con el club hasta junio del 2024 y le pusieron una nueva fecha de caducidad, el próximo 30 de junio, al finalizar la presente temporada. De esta forma, el Celta se ahorrará un hipotético despido, al no tener que afrontar el año adicional que aún tenía firmado, y Coudet será libre para negociar con otro club sin tener que asumir la alta cláusula liberatoria que habían estipulado inicialmente, y que evitó que el preparador pudiera atender algunas de las propuestas que ha recibido desde que asumió el banquillo del Celta en noviembre del 2020.
El rendimiento del Celta en sus primeros meses al frente del equipo —cuando lo llevó desde las plazas de descenso hasta la frontera de las plazas europeas— supuso un flechazo en la dirección celeste, que decidió en junio del 2021 ampliar el contrato de Coudet, mejorar sus condiciones y convertirlo en la cabeza visible de un proyecto que se iba hasta el 2024, pasado el centenario del club.
Una relación que se enfrió
El matrimonio, una vez firmada la nueva vinculación, ya no fue tan idílico la pasada temporada. En la directiva no gustó su gestión de la cantera, el rechazo al fichaje de Orbelín, o el pulso mantenido durante el mercado invernal para incorporar refuerzos. La pronta eliminación de la Copa del Rey y una discreta clasificación liguera pesaron también en la valoración del club.
Por su parte, el técnico fue perdiendo la capacidad ejecutiva de la que dispuso inicialmente. Coudet se quedó sin vacaciones en su primer verano en Vigo y fue el encargado de gestionar los fichajes para diseñar la plantilla con las limitaciones económicas dictadas por el club, muy condicionado en su límite salarial. Con el mercado invernal la situación cambió y el peso del técnico se diluyó completamente tras la llegada de Luís Campos. El desencuentro entre ambos en los perfiles de jugadores a incorporar fue patente. Coudet entiende que el club tomó otro camino y no se esforzó demasiado en atender algunas de sus peticiones. Campos, que Coudet no tiene el perfil para el proyecto que pretende. «Antes era diferente, de la manera que se planificaba, porque tenía una participación más directa que ahora. El mercado no ha salido de la manera que esperábamos», reconoció en público el técnico a principios de septiembre.
Conscientes del nuevo escenario, y sin contemplar ninguna de las partes el divorcio prematuro, el Celta y Coudet sí quisieron acortar de mutuo acuerdo los plazos para una separación amistosa y revisar las condiciones económicas. El club ya no adivinaba en el técnico una apuesta de futuro y Coudet tampoco se veía en un proyecto de Campos a largo plazo. El argentino ya no será, salvo otro giro contractual, el responsable del banquillo en el centenario.