El Celta B, tan cerca y tan lejos

x.r.c. VIGO

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El resultado final no debe tapar la preocupante primera mitad del filial ante el Córdoba: 1-2

11 sep 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

El Celta B estuvo vivo hasta el último segundo ante un coco como el Córdoba, pero más allá del 1-2 final, el partido merece una reflexión profunda. El filial no dio la talla en el primer tiempo, en el que estuvo a merced de los andaluces por sus problemas en la salida de balón y las facilidades defensivas. Claudio Giráldez debió ver tan mal a su equipo, que en el descanso hizo cuatro cambios, mudó el sistema hacia un 4-3-3 y, aunque el equipo vigués fue más aseado y equilibró el juego, acabó encajando el 0-2 por la vía rápida. Solo al final, cuando la contienda parecía cerrada Lautaro, el quinto cambio, acortó distancias y metió a los celestes en un partido del que siempre estuvieron lejos.

El Celta B quiere sacar el balón, aunque sea desde al área pequeña pero comete errores groseros que acaban en pérdidas envenenadas. Le sucedió en el estreno ante el Sanse, se repitió en Alcorcón y ayer alcanzó el nivel de preocupación. El Córdoba, con presión alta e intensidad, se cansó de robar en el balcón del área para a continuación crear claras ocasiones con la anuencia de una defensa demasiado blanda. Sin embargo, el primer gol llegó a balón parado con un cabezazo inapelable de Willy tras una falta lateral. El 0-1 que el marcador reflejaba al descanso fue un mal menor para un equipo desconectado y que era incapaz de asomarse al área rival o de llevar balones a Miguel Rodríguez y Pablo Durán, una de las dos novedades en el once (Sotelo fue la otra).

Giráldez tuvo que intervenir en el descanso y en la media parte quemó cuatro de sus cinco recambios. Metió en el campo a Iván López, Carlos Beitia, Martín Calderón y Raúl Blanco —de lo más inspirado— y cambió el sistema para pasar del 5-3-2 a jugar con un trivote en el centro del campo.

El resultado fue un Celta B más incisivo y dominador, pero sin gol. Llegaba al área rival pero no encontraba portería. De hecho, un tiro del Raúl por encima del larguero fue lo más parecido a una ocasión. No sucedió lo mismo en el bando contrario. El Córdoba, que pasaba por algún sofoco defensivo, salió una vez a la contra e hizo diana. Kike Márquez, su jugador con más talento, se presentó con el balón controlado en el balcón del área y sacó un zurdazo que se encontró con el cuerpo de Barcia como aliado para anotar el segundo.

El 0-2 olía a sentencia. De hecho, el Celta B comenzó a menguar de nuevo y el recién salido Fuentes envió un balón a la madera que pudo suponer el 0-3. Pero no fue así, Lautaro de León respondió con un remate que acabó en córner y acto seguido, acortó distancias de cabeza después de un excelente centro de Pablo Durán cargado de calidad. Con el exterior del pie derecho y dibujando una parábola perfecta.

El 1-2 llegó a los 88 minutos, pero en los cuatro de alargue, los vigueses fueron incapaces de generar una sola ocasión. Tan cerca y tan lejos.