2.686 que sonaron a estadio lleno

M. V. F. LA VOZ

GRADA DE RÍO

Los cánticos volvieron a Balaídos después de 14 meses de silencio en las gradas

23 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El de ayer era un partido diferente a cualquiera de los 18 anteriores que el Celta había disputado como local este curso. Se notaba en los aledaños del estadio, en el recibimiento y en el momento en que Iago Aspas puso un pie en el césped y respondió con sus manos a los aplausos del público, devolviendo la ovación. También un partido distinto a los de las dos temporadas anteriores. Frente a la agonía pasada, este Celta-Betis estaba llamado a ser una fiesta más allá del resultado. Y lo fue.

La emoción se sentía ya fuera del estadio, con cánticos y pequeñas reuniones a modo de previa en las cafeterías de siempre. Con presencia de aficionados con entrada y de otros a los que no les había tocado pero que se acercaron a revivir las sensaciones que conllevaba un duelo de su equipo antes de la irrupción de la pandemia. Tampoco faltaban las dudas en los accesos de los que no sabían bien cómo descargar la entrada o los que no llevaban la mascarilla requerida. Pequeños detalles que tampoco empañaban una tarde especial.

Oscar Vázquez

Ya dentro, más de uno inmortalizaba el momento del regreso con el móvil y dejaba constancia en las redes sociales. Y si en el calentamiento se oyó a la afición, cuando los jugadores saltaron al campo, tras entonar el Himno, el estadio rugió de lo lindo esperando el pitido inicial en horario unificado. Tanto, que al oído no parecía un aforo reducido. Apretaron los 2.686 desde el primer momento y en los pocos instantes de silencio, comenzaba una grada y las demás seguían. Cada aproximación al área rival era un acontecimiento y hubo aplausos para todos.

Ya con el gol de Aspas, el estadio se vino abajo. La señalización del penalti se celebró tímidamente, pero el tanto, al ritmo del Aspas on fire, se festejó con las ganas y la rabia de quienes llevaba 455 días esperando vivir in situ un momento así. Se repitió con Brais y la remontada se vivió como un mal menor que no impidió una ovación final a los jugadores y que volviera a sonar el Himno. Sin dramas, sabiendo que había mucho que celebrar.

Ovación se llevó también el Chacho al ser expulsado, momento que acabó siendo aprovechado por la grada para homenajearlo, igual que antes a Nolito, cuyo nombre se coreó tras ser relevado y pese a su fallo en el penalti. Volvió a sonar en las gargantas el equipo A a la vuelta del descanso, el «fútbol de salón» y otros cánticos sin los que Balaídos no había sido el mismo durante 455 días.

Oscar Vázquez

Sergio, Aspas, Nolito y Coudet se llevaron las grandes ovaciones de la tarde

Los celtistas que acudieron a Balaídos lo hicieron con ganas de celebrar, de cantar y de aplaudir, especialmente a un puñado de nombres propios. Fue el caso de Sergio, que recibió una calurosa ovación desde Río cuando se aproximaba al banquillo dos días después de haber anunciado su retirada. Coudet le incluyó a modo de despedida en la concentración, una experiencia que ya no se repetirá para él.

El Chacho fue también protagonista: cuando bajó, el primero, del autobús; cuando saltó al césped para saludar a Pellegrini y dirigirse al banquillo y cuando se fue expulsado, momento que se convirtió en todo un homenaje. También cuando salió su nombre en videomarcadores en los prolegómenos, donde también destacó la ovación a un Aspas que luego hizo sonar el Aspas in fire.

Otro gran protagonista fue Nolito, cuyo nombre fue coreado al ser relevado en reconocimiento a su gran temporada y a pesar de su error en el penalti.

Entrada escalonada y sin sobresaltos

El Celta había puesto en práctica su plan para el regreso del público en Primera con el Celta B y ayer, con el primer equipo, se repitió sin ningún problema. Los aficionados, que en algún caso incluso recibieron ayer el correo comunicándoles que tenían entrada (del mismo modo lo recibieron los que estaban en el caso contrario), tenían franjas horarias delimitadas en las que entrar al campo y debían seguir unas normas que se recordaron en el interior. No se registró ningún tipo de problema, si bien algunos abrazos en los goles fueron inevitables.