La chachoneta va camino de Comala

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

20 dic 2020 . Actualizado a las 19:32 h.

A Comala nos llevó Juan Rulfo, en la búsqueda del tal Pedro Páramo, y de Comala nos sacó Sabina con aquella advertencia lapidaria, guardada ya en muchos bolsillos como una extensión del refranero popular: «Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver». Si le han puesto música, no se preocupen. La sentencia nos aconseja no pervertir los recuerdos tratando de repetirlos. Porque, indudablemente, nada será igual. El Celta se dejó su particular Comala en los aledaños de Old Trafford una noche de mayo. Y, desde entonces, vagaba como un moribundo deprimido, de estación en estación, fiando su supervivencia a otros.

No sabríamos muy bien cómo explicarle este Celta a Uxío, que se ha pasado un mes ingresado en el hospital. Hubo tres o cuatro tiralíneas frente al Alavés que nos han devuelto a aquellas tardes en las que el fútbol era de salón. Y es que lo emocionante ya no es solo la fila de resultados, tan urgente cuando Uxío ingresó, es lo que transmite este equipo en el campo.

Hacía tres minutos que Alberola Rojas cobrara el final y ahí seguían Tapia y Murillo, camino del vestuario, enredados a saber en qué jugada. Ya ni la eterna parábola de la manta castiga al Celta. No deja de marcarlos a pares y lleva tres partidos consecutivos -cuatro si contamos lo de Copa- sin que el rival logre anotar. Al Alavés, como pasara con el Athletic en San Mamés, lo redujeron a tiro y medio a puerta.

Si algo me cuesta hacerle ver a Uxío, hasta que lo contemple con sus propios ojos, es lo que han cambiado determinados futbolistas. No voy a descubrirle a Iago Aspas a estas alturas, ni creo que se me ocurran más adjetivos para él. Y, aún así, tiene su repertorio en otro momento culmen de su carrera. Lo de Brais Méndez es lo que no me cree. Le digo que corre diez kilómetros por partido, que sirve, resta, los marca a pares y parece uno de esos caniches incisivos que no sueltan la bastilla hasta que consiguen lo que buscan. Que ha emulado al Lázaro de Betania. Y Uxío me mira, ojiplático, como si le estuviera tomando el pelo. Tienes que verlo. Brais vuelve a tener corriente y maneras de jugón.

La chachoneta ha salido disparada y no sabemos dónde puede acabar. Quizá lo mejor sea no entretenerse demasiado poniéndole destino. A veces, los mapas solo nos separan del viaje. Lo que apena, ahora que casi todo son alegrías, es que en Balaídos faltemos todos. Trataremos de volver, aunque allí hayamos sido felices. Como a Comala. Quizá pidamos la vacuna solo para poder regresar.