Primer examen de nivel del curso

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

El Celta apostará por el once de Levante para intentar tumbar a un Atlético revestido de grande

01 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante 90 minutos, Antonio Mohamed y Diego Pablo Simeone se olvidarán de la amistad que les une desde que eran unos renacuajos para dirigir a un Celta y un Atlético de Madrid que ansían llegar invictos al primer parón de la temporada. Tras el empate inaugural ante el Espanyol y la victoria frente al Levante, los celestes se ven las caras con el primer Miura del curso. Un Atleti que servirá al Turco para testar el nivel de su equipo, todavía en proceso de formación, y darle pistas de cuáles son los deberes pendientes.

Para frenar la intensidad colchonera, Mohamed confiará en el mismo once del pasado lunes, apostando por Fran Beltrán como escudero de Lobotka, a pesar de que Okay pide paso, y mantendrá el ataque de lujo con Maxi, Sisto y un Iago Aspas recuperado de su tobillo. Mismos mimbres, avanzó el Turco, pero probablemente distinta disposición sobre el campo. El entrenador sigue dándole vueltas al libro de recetas de las variantes tácticas y hoy intentará dar con la clave para detener a un Atlético de Madrid al que el balón le importa poco y la intensidad mucho. Los de Simeone, con el campeón del mundo Griezmann en su filas, con Costa, con Godín, con los reflejos de Oblak, con el criterio de Koke y con el conocimiento que da llevar tiempo navegando juntos, son especialistas en hacer sangre con golpes veloces, precisos, certeros, casi quirúrgicos, y luego meterse en la cueva.

La primera premisa del Celta para parar al campeón de la Supercopa de Europa es trabajar como un equipo. A sabiendas de que los célticos todavía están asumiendo la propuesta importada por su entrenador, mientras su rival está mucho más rodado, Mohamed quiere un grupo solidario y que mantenga en todo momento la guardia alta. El Turco está empeñado en construir un Celta sólido defensivamente, y el Atlético será un obstáculo mayúsculo. Antonio ha estado trabajando con sus jugadores el balón parado, una de las señas colchoneras, y ha alertado a sus muchachos de la importancia de mostrar una imagen compacta y evitar en la medida de lo posible los temerosos contragolpes del rival.

Pero extremar las precauciones defensivas y tener un mimo especial con los detalles no quiere decir que el Celta vaya a ser reservón. «Queremos ir de frente y queremos ganar, pensamos en ganar el partido», proclamó el entrenador local ayer. Lo que no está claro es si la idea pasa por empacharse a controlar un balón sin el que el Atlético está encantado, o si dará la iniciativa a un Simeone que generalmente renuncia a ella. «Esto es como que dos van a bailar, pero uno no quiere. Si te pones a bailar solo, si me das el balón, yo lo voy a agarrar, pero tomando todos los recaudos necesarios para que no nos agarren al contragolpe», ejemplificó el Turco, que, según vaya e partido, así ordenará a sus huestes.

El Atlético -que este verano pagó la cláusula de Jonny para después cederlo al fútbol inglés-, tras el empate en Mestalla y la victoria sobre el Rayo quiere ganar su primer partido como visitante. Para ello Simeone no podrá contar ni con Juanfran ni con Vitolo, pero finalmente Filipe Luis continuará en el vestuario, lo que es una garantía. El arranque de temporada de los colchoneros quizás mostró algunas dudas en su juego, pero la calidad individual de los futbolistas es de sobre conocida.

Además, al Celta se le atraganta especialmente el equipo madrileño. Desde que regresó a Primera, en Liga los vigueses solo fueron capaces de ganar uno de los seis duelos que disputaron en Balaídos. Fue en la temporada 14/15 con Orellana y Nolito como goleadores. Antes, en el curso 12/13 el gol de Augusto no había bastado ante los de Costa, Falcao y Juanfran, y al año siguiente un doblete de Villa tumbó a los vigueses. Griezmann y Carrasco firmaron el 0-2 en el curso 15/16; Koke, Griezmann (2) y Correa el 0-4 de hace dos años; y Gameiro el que les dio el triunfo en la última visita. Una estadística poco alentadora para los intereses celestes, pero que como dice el dicho, está para tumbar.