Miquel Soler: «Unzué y Valverde son dos tipos fantásticos»

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

El hoy analista de beIn Sports que compartió vestuario en el Barcelona con Unzué y Valverde, recuerda a los técnicos

01 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Faltan un puñado de horas para que Juan Carlos Unzué y Ernesto Valverde se reencuentren en el Camp Nou. Lo harán como entrenadores sobre un césped que en su día pisaron como compañeros vestidos de corto. Porque las trayectorias de los dos entrenadores comenzaron a cruzarse hace muchos años. Concretamente, a finales de la década de los 80, cuando Cruyff empezaba a dar forma a sus sueños desde el banquillo. Los hoy técnicos de Celta y Barcelona compartieron vestuario y objetivo durante las campañas 88/89 y 89/90, años en los que el defensa Miquel Soler, hoy analista de beIn Sports, vestía también la camiseta blaugrana.

«Humanamente son extraordinarios, buenos compañeros, accesibles, igual Unzué era más extrovertido y Valverde un poco más introvertido, pero en el seno del equipo ambos eran excelentes compañeros, dos tipos fantásticos. Y como futbolistas, también muy buenos, jugaron en la élite muchos años y por algo será», cuenta Miquel Soler, que recuerda que entre ambos jugadores, que habían llegado al Camp Nou en la misma temporada, existía una excelente relación.

Tras destacar en el Osasuna, Unzué fichó por el Barcelona en el verano del 88, con 21 años, pero se encontró con un compañero en la lucha por la portería llamado Andoni Zubizarreta que se lo puso muy difícil. Jugó tres encuentros como blaugrana que se completarían con su presencia en la selección sub21. Al año siguiente se repetiría la situación, por lo que adoptó la decisión de poner rumbo al Sevilla, en el que se forjó un nombre.

Cuando el Txingurri se puso a las órdenes de Cruyff ya era un poco más veterano, tenía 24 años y el holandés le había fichado del Espanyol. Le gustaban sus cualidades, pero las lesiones no le ayudaron y, como Unzué, tras dos temporadas en el Barcelona cerró su etapa culé con menos minutos de los que habría deseado. Le esperaba un Athletic en el que triunfaría.

Más allá de los minutos y la competencia, Unzué y Valverde compartieron retos y aprendieron de un Cruyff que probablemente les dejó huella, aunque entonces pensar en los banquillos quedaba muy lejano. «Éramos muy jóvenes como para pensar en ser entrenadores, cuando eres tan joven no piensas en qué vas a hacer diez años más tarde», apunta Soler. Eso sí, detecta que hoy como técnicos reflejan lo que en su día fueron sobre los terrenos de juego.

«Les veo como entrenadores trasladando lo que eran como jugadores, les veo con dominio de la situación, controlando emocionalmente los partidos, les veo serenos, calmados, no histriónicos cuando el equipo golea o gana, sin exageraciones en las celebraciones», desgrana el que fuera defensa. «Tampoco veo que se pongan nerviosos cuando el equipo pierde o encaja un gol. Creo que es la mejor manera para tomar decisiones acertadas». Además, considera que lo que hacen viene avalado por su pasado. «Ahí están sus trayectorias, Valverde con más experiencia como primer entrenador y Unzué con menos, pero con mucho bagaje como segundo».

La vida ha llevado al Txingurri y a Unzué por caminos similares, como fue su estancia en el Barcelona, y también les ha cruzado. Primero fue el pamplonés el que se sentó en el banquillo catalán como segundo entrenador, y ahora es Valverde. Los dos estaban en las quinielas para asumir el mando de la nave culé, y ambos son hijos de la disciplina de Cruyff. Ambos saben, a ojos de Soler «gestionar bien al grupo y los egos. Lo están haciendo muy bien, se conocen y son amigos». Un pasado que se reencontrará mañana en el Camp Nou, la casa que un día compartieron.