Cuestión de calidad y eficacia

GRADA DE RÍO

Elvira Urquijo A. | EFE

Los quilates de la plantilla del Celta inclinan un partido nada exento de licencias defensivas

17 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No fue un partido excelso, pero sí efectivo. La calidad de la plantilla sumada a una eficiencia inaudita permitieron al Celta celebrar su tercera victoria del curso y regresar de Las Palmas con tres puntos que le dan un pequeño empujón en la clasificación. Eso sí, las lagunas defensivas persisten en la tropa de Unzué, que por momentos presentó un fútbol anárquico y dio sensación de no tener muy claro a qué jugaba. Los últimos minutos, con los dos goles encajados, ensuciaron la imagen en Canarias.

el once

La novedad, Emre Mor

No hubo sorpresa en el lateral derecho. Wass se había ofrecido para ejercer de Hugo Mallo y Unzué le tomó la palabra. Situó al danés en el costado diestro, apostó por un centro de la defensa integrado por Cabral y Sergi Gómez y se reservó las novedades para los últimos metros. Todo apuntaba a que la baja de Maxi Gómez sería el billete hacia la titularidad para John Guidetti, pero el técnico consideró que Emre Mor era el que debía salir de inicio, por lo que Iago Aspas viajó de nuevo al centro del ataque. Unzué acertó en el once y también en los cambios cuando envió a Sergi Gómez al lateral para adelantar a Wass tras la expulsión de Rubén.

la clave

Efectividad casi absoluta

Siete tiros a puerta, tres bloqueados y cinco goles. En la primera mitad, todo lo que disparó el Celta acabó en la red de Chichizola, que incluso colaboró con Aspas. La calidad que define sobre todo a los atacantes celestes se dejó ver en un Aspas que marcó de tres, en un Emre Mor que definió como un crac para firmar su primer tanto como céltico y en un Tucu que logró su segunda diana de la temporada. Eso sí, esas jugadas no nacían de un fútbol trenzado y brillante, sino que respondían más a un juego a trompicones y un punto errático.

defensa

Sin seguridad

El Celta tiene un grave problema defensivo. Los errores propios y los méritos ajenos acaban siempre mostrando la fragilidad del equipo, que en la primera mitad ofreció todo tipo de facilidades al Las Palmas. Lobotka, dotado de mucha calidad, no es capaz de aportar el equilibrio que el equipo necesita en el centro del campo. A los vigueses les faltan grados de presión para encimar a los rivales, para recuperar balones y para cortar embestidas. En ocasiones, los jugadores se desentienden en exceso de sus responsabilidades por no encontrarse el peligro en sus teóricas zonas de acción.

el manchón

Dos goles en contra

El Celta fue capaz de lo más difícil, es decir, de crecer estando en inferioridad numérica. Sin embargo, cuando el Las Palmas ya había entregado la cuchara y el partido estaba más que decidido, encajó dos goles. Fue en los tres minutos finales. Un manchón fruto de la falta de contundencia y de un error de Sergio Álvarez. La falta de concentración e intensidad en los tramos finales sigue costándole disgustos a los de Unzué.

la cara a

Mejor tras la expulsión

El Celta tuvo que jugar casi toda la segunda mitad con un hombre menos y esa inferioridad no le afectó en lo más mínimo. Al contrario, el reordenamiento de las piezas y la obligación del Las Palmas a arriesgar -dejando los consiguientes espacios- permitieron ver a los celestes con las ideas más claras a nivel ofensivo, exprimiendo velocidad y también calidad.