El gol que da sentido a la lucha

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Miguel Vidal

Beauvue encontró recompensa a meses de calvario que afrontó con entereza y optimismo

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Le llaman el chico de la eterna sonrisa. Pero si en los diez meses que permaneció apartado de los terrenos de juego no la perdió, el jueves la expresión de alegría permanente de Claudio Beauvue tenía un significado diferente. Logró lo que busca todo delantero: un gol que, además, servía para ganar el primer asalto de la eliminatoria. Demostrando que está en el camino para ser el que fue. 

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Con las cualidades intactas. «Tiene su técnica y su juego aéreo intactos», dijo Berizzo el día del regreso del antillano. Y frente al Krasnodar lo constató marcando de cabeza, haciendo honor a ese mote de Air Beauvue que le pusieron en el Guingamp. «Le apodaron así sus compañeros porque ganaba todos los duelos y los goles de cabeza eran habituales Su entrenador decía que sin ser alto, es capaz de permanecer en el aire más tiempo que el resto», señala el periodista Guy Henri Roger, que le siguió durante sus dos temporadas en el club francés. Allí encontró su mejor versión, siendo la revelación de la temporada. «Gourvennec -su técnico- contaba que le había convencido para potenciar sus fortalezas antes de corregir sus debilidades y así se convirtió en el jugador eficiente que parece que está volviendo a ser». 

En su posición

Como nueve, su rol predilecto. Beauvue solía decir en Francia que estaba listo para jugar en cualquier posición de ataque, pero no negaba cuál era su preferida. «Antes había sido centrocampista ofensivo, pero como atacante descubrió su mejor versión. Siempre admitió que prefería jugar de nueve o por detrás del nueve, mejor por el centro que en los costados», dice Roger. Como delantero puro llegaron sus tantos para el Guingamp y ahí le sitúo Berizzo el jueves al darle entrada en lugar de Guidetti. 

Actitud

Acostumbrado a superar dificultades. «Nunca un fracaso, siempre una lección», lleva tatuado Beauvue en inglés en un brazo. Su actitud, según se ha contado siempre desde el Celta, ha sido clave para salir a flote. Aprendió a superar dificultades desde que con 18 años el Nantes decidió no contar con él después de haberse ido a los 15 a 7.000 kilómetros de su Guadalupe natal. Luego vendrían problemas en el Lyon, donde admitió haberlo «pasado muy mal en el lado humano». En Vigo encontró una nueva oportunidad que se truncó pronto con la lesión, pero siempre con una sonrisa, ha luchado por otra más.