El fútbol no siempre es suficiente

GRADA DE RÍO

CESAR MANSO

La propuesta céltica anuló el juego del Athletic y brilló durante 80 minutos en San Mamés

20 dic 2016 . Actualizado a las 11:59 h.

La sentencia de que «el fútbol es así» es tan maleable como cierta. Y quizás sea la que mejor consuela a un Celta que lo puso todo y que regresó sin nada. Ni tan siquiera un triste punto que premiase una propuesta atractiva, acertada y con el regusto añejo del fútbol de la temporada pasada. El que se revestía de oro y puntos y que en los últimos tiempos vuelve a ser el hogar celeste.

Berizzo salió victorioso del duelo de pizarras que le enfrentó con Valverde. Tomó el camino correcto bajo la lluvia de San Mamés al diseñar su once, su sistema y sus marcajes. Restó el músculo de Marcelo en favor del peso ofensivo de Guidetti. La entrada del sueco envió a Aspas al lateral, mientras que Bongonda ejercía de estilete desde la izquierda.

Pero no era en los nombres del ataque donde escondió Berizzo la piedra filosofal para fraguar una victoria sobre el Athletic que al final se fue al traste, sino en el centro del campo, donde los vigueses ofrecieron un recital de destrucción y construcción. La aniquilación del juego rival pasaba por las botas de Radoja y el Tucu Hernández. El primero se esmeró con un Beñat desaparecido hasta el estirón final y el segundo fue el principal escollo de Raúl García, un jugador que tradicionalmente es una piedra en el zapato celeste y que ayer pasó sin pena ni gloria.

Contener el centro del campo del Athletic fue una tarea ardua y coral en la que colaboró de manera permanente un Daniel Wass todocampista que lo mismo ayudaba a los hombres de la medular en la contención, que servía de apoyo a los atacantes.

Tan aprendida tenían la lección los celestes que Berizzo apostó por la veteranía y el carácter de Roncaglia para intentar dormir a Aduriz, el hombre gol de los leones que, aunque tuvo que recurrir al punto de penalti, volvió a ver portería ante un Celta al que le tiene tomada la medida. Si bien fue un Williams, con el que también estuvo emparejado buena parte del partido, el que acabó enviando al vestuario al central con la polémica jugada del penalti. Una acción de velocidad y picaresca que fue la que desordenó el partido.

La identidad está de vuelta

El marcador fue tan cruel con el Celta como honorables fueron los vigueses con el fútbol. Porque los del Toto exhibieron lo mejor de su repertorio. Rescataron su identidad ofensiva y protagonista y la pusieron al servicio de sus intereses. Presión, intensidad, una colocación a prueba de bombas que cuando bailaba se compensaba con las ayudas de los compañeros, y destellos de calidad en cada línea de juego fueron la carta de despedida liguera al 2016 de los del Toto en San Mamés.

Cada vez quedan menos dudas. El Celta de la temporada pasada, el que condujo al equipo a Europa, está de vuelta. Y es ese escenario ambicioso y brillante el que retroalimenta a los hombres más notables de la tropa del Toto. El taconazo del Tucu, los remates y las vaselinas de Aspas, las recuperaciones en el centro del campo... Todo ello se vio del bando celeste en San Mamés durante 80 minutos. Pero el fútbol no siempre va de la mano de la justicia.

El Athletic sigue siendo la particular bestia negra de un Celta que difícilmente puede hacer más méritos para llevarse una victoria que se le resiste desde hace una decena de partidos. Lo único bueno es que los hombres de Berizzo regresaron a casa con la cabeza alta, sabedores de que si el juego tuviese premio, ellos serían los triunfadores. Un reconocimiento sin puntos pero que puede cimentar el crecimiento del equipo. Quedan muchas batallas por delante.