Dieciocho disparos, ni un gol

Lorena García Calvo
LORENA GARCÍA CALVO VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

El Celta, a pesar de jugar con un punto menos de velocidad, dispuso de ocasiones para ganar

03 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En el fútbol manda el gol, justo lo que ayer se le resistió a un Celta que llegaba con la vitola de ser el tercer equipo más goleador de las grandes ligas europeas. Los del Toto pusieron intención, aportaron esfuerzo y tuvieron oportunidades, pero unas veces el portero y otras una mala elección, acabaron por decretar un empate con sabor muy amargo. Aunque la falta de pegada fue lo que decretó el 0-0, también es cierto que la regularidad que el equipo había mostrado en cuanto a presión y velocidad en anteriores partidos, costó más. Frente al Getafe los célticos alternaron momentos vibrantes con rachas más planas en las que el rival, que apostó por privar el partido de ritmo, se salió con la suya. Si a eso se le añade que el Celta no disponía de un futbolista como Augusto, capaz de defender, pero también de crear, el escenario desemboca en el empate.

La clave

Ocasiones sin pegada. El Celta fue capaz de generar 18 disparos de los que siete fueron a portería y tres se encontraron con la madera. Sin embargo, ninguno de ellos se convirtió en gol a pesar de las ocasiones francas con las que arrancó el partido. La pegada que el equipo había desprendido en el arranque liguero se evaporó ante un Getafe bien plantado y que jugó al empate desde el minuto uno. A pesar de que la negativa del balón a entrar fue la que decretó la igualada, bien es cierto que el equipo no tuvo el entendimiento en los últimos metros de otros compromisos. En el primer tiempo le faltó un punto más de velocidad y último pase, y en el tramo final Guaita y la falta de acierto asumieron el protagonismo.

El ritmo

Baja la velocidad. Una de las armas que han ayudado al Celta en su arranque liguero es la velocidad vertiginosa con la que es capaz de conducir y ejecutar sus ataques. Ayer, ese vértigo fluctuó. Se vio a pleno rendimiento en el arranque y en el final, pero bajó enteros durante buena parte del encuentro empujado por el juego oscuro de los de Escribá, que intentaban una y otra vez ralentizar el partido y cortar el ritmo céltico. Esa menor velocidad local permitía a los madrileños rearmarse, recuperar posiciones y abortar las sucesivas y variadas intentonas viguesas. Aspas solo estuvo activo en el arranque, a Nolito le sobró regate y le faltó disparo, y Orellana, aunque fue el más entonado de los tres de arriba a la hora de imprimir ritmo, le faltaron ocasiones. La segunda línea se quedó en un intento de Hernández.

El eje

El centro del campo. En el primer partido sin Augusto Fernández, Nemanja Radoja fue el encargado de ejercer en el pivote defensivo. A su altura, aunque convertido en la práctica en verso libre, un Daniel Wass que se paseó por todo el campo, y unos metros más adelantado, el Tucu. El serbio puso coto a cualquier intento del Getafe de hacerse con el centro del campo, hizo un trabajo serio y solvente, pero su perfil es muy distinto al de Augusto, que además de ejercer de muro, aporta al fútbol celeste una dosis de creatividad, continuidad y una serie de soluciones que no forman parte del repertorio del internacional sub-21 serbio.

El nombre

La vuelta del Tucu. Pablo Hernández volvió a ser titular sobre el césped de Balaídos por primera vez desde el incidente de los silbidos, y sus 90 minutos sobre el césped dejaron acciones de todos los gustos. El chileno jugó sin ninguna presión añadida y desde el arranque fue fiel a su estilo de jugar sencillo y con pausa. La grada le reconoció con aplausos sus recuperaciones, su participación en la creación y su ocasión, pero también hubo instantes en los que algunos le recriminaron falta de hambre al no buscar portería en una llegada clara.

Giros

Activar el plan B. El Celta acabó el encuentro con un 80 % de éxito en el pase, si bien el juego al primer toque y casi de memoria con el que deleitó en anteriores compromisos estuvo más ausente. Visto que al equipo le costaba más generar fútbol para los tres de arriba, Berizzo optó por recurrir al plan B y tirar de un fútbol más directo que tampoco dio resultados, aunque sí acarreó mucha más llegada. El cambio de filosofía se notó desde la vuelta de vestuarios, pero más calma tuvo el entrenador a la hora de mover el banquillo. Quizás excesiva.

La defensa

Un equipo invicto. La solvencia, colocación y anticipación mostrada por la defensa del Celta dejó patente el paso adelante que ha dado el equipo. Hugo Mallo y Jonny hicieron un partido muy serio en los costados y Cabral y Sergi Gómez se presentaron contundentes y anticipativos por el centro. Sin duda, el alto rendimiento que el central catalán está dando en el equipo está siendo una de las mejores noticias de las últimas jornadas. Tras el encuentro de ayer, los vigueses pueden presumir de continuar invictos.