El futuro se construye tomando decisiones, y Yelko Pino ha adoptado la suya, aunque esta resulte difícil de entender a todas luces. Ha preferido jugar en un equipo de la tercera categoría del fútbol inglés a hacerlo en la misma división del fútbol español como integrante del filial del Celta, el equipo en el que ha crecido y que le ha formado.
No ha sabido encajar que aún está verde para Primera, y tras ver cómo su pulso con el cuerpo técnico y el club no salía como esperaba, y se agotaba el mercado de verano sin encontrar destino, ha optado por poner rumbo a Inglaterra. Solo se puede entender como un pulso el aferrarse al contrato y negarse a jugar en el filial, donde, a priori, debía completar la formación que le llevaría a convertirse en un jugador con todas las letras. No hay que olvidar que con 18 años aún queda mucho fútbol por interiorizar, por muy buenos mimbres que haya. De todos modos, el caso de Yelko ha sido una gran maraña en la que el Celta tampoco se ha lucido. Prometer a un jugador que dentro de dos temporadas será parte del primer equipo fue un paso en falso al que Yelko, arropado por su entorno, se ha agarrado como un clavo ardiendo. La marcha del mediapunta a un equipo que posiblemente le exija más de lo que le forme, suscita además un gran interrogante. ¿Realmente es un hasta pronto, o será un adiós?