«Hasta pasaba sin comer con tal de ver el partido de mi Celta»

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

ALBA PEREZ

Dice que su equipo le ha hecho disfrutar como pocas cosas en la vida. Y sigue haciéndolo

31 ago 2015 . Actualizado a las 11:40 h.

Cuando Ignacio Pinacho (Vigo, 1916) dice que es «del Celta de toda la vida» no es una forma de hablar. El club acaba de celebrar 92 años, pero él cumplirá en abril el centenario, por lo que puede presumir de haber sido testigo de la historia de la entidad al completo. No recuerda en qué año se abonó, pero su número 141 atestigua que el momento queda lejano en el tiempo. Con dificultades para caminar y para ver, dejó de ir a Balaídos, pero si algo en él no se resiente es el celtismo.

-¿Desde cuándo es aficionado?

-[Se ríe a carcajadas]. ¡Desde mucho antes de que tú nacieras, desde siempre! Hablas con un anciano de 99 años y sigo al Celta desde que recuerdo. De niño, por las Traviesas, íbamos a Balaídos y no estaba lo que es el campo siquiera, no existía nada de eso. Aún era un golfete que andaba por allí haciendo travesuras y ya era celtista.

-¿Recuerda cuándo se abonó?

-¡Hace tanto! Tenía una colección de carnés enorme, pero vinieron mis hijos y arramplaron con los que les gustaron. Ahora solo conservo en casa el actual y algunos de los recientes, que como están más vistos no les llaman la atención.

-Habrá transmitido la afición a su familia, ¿no?

-Claro, pero no te creas que me salió del todo bien. Celtistas son, pero algunos de manera algo superficial para mi gusto. No lo viven como lo hacía yo antes. Mi nieto David sí que es celtista de verdad, socio también, ese sí es más de mi estilo.

-¿Aún vive los partidos con aquella misma intensidad?

-No es igual que en Balaídos, donde tengo mi sitio en Río que ya no puedo ocupar, pero ayer [por el domingo] estuve toda la noche pendiente. Hasta que terminó, no me acosté, y mira que ya era tarde. Renuevo aunque no vaya, porque quiero seguir siendo socio de mi Celta.

-¿Cómo celebra los goles?

-Siempre con una sonrisa. Pero ya los festejé más de lo que los festejo. Ahora para mí no es tiempo de cantar, pero en los partidos de antes, con mi peña, Rikitrí, salíamos todos con las banderas y con las botellas de vino y ¡ay!, cómo lo pasábamos. ¡Ahora no bebo ni agua!

-Pero aún disfruta del equipo...

-Estoy muy contento estos últimos años. ¡Pero contra el Levante fueron unos auténticos mantas! Menos mal que apareció Iago Aspas, ¡Ángela María!, uno de casa, que si no es por él, nos empataban.

-¿Qué jugadores le marcaron?

-¡Cantidad! De los antiguos, Nolete, Pahíño... Me acuerdo que iba un día con unos amigos, con cigarros de caldo de gallina y se acercó a pedirnos uno. Entonces jugaba yo más en mi equipo que él y luego mira... Después Toro, Gausí, Mostovoi, ¡Gudelj! Ese sí que era un jugador bueno.

-¿Cuáles son sus mejores y peores recuerdos del equipo?

-Ya ni me acuerdo... Montones de ascensos, de descensos, mil cosas. Disfruté mucho a lo largo de mi vida con el equipo, hasta pasaba sin comer con tal de ver el partido de mi Celta. Y me vienen a la cabeza detalles, entrenamientos. Terminaban y venía Roig, el extremo, a pedirnos que le tiráramos pelotas para practicar a tirar los córneres. Tampoco me olvido de una vez que estábamos en Preferencia, en Tercera, hubo un tumulto y nos llevaron detenidos. ¡Gracias que apareció el presidente y nos soltaron enseguida!