Una historia conocida

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Jorge Zapata | EFE

El Celta vivió momentos brillantes, se desmoronó al encajar y se quedó sin gol

14 dic 2014 . Actualizado a las 11:50 h.

El bache que atraviesa el Celta se hace más grande con el paso de los partidos. El arranque apoteósico de los célticos en la Liga ha dejado paso a una depresión de la misma magnitud a la que los hombres de Eduardo Berizzo parece que no encuentran solución. El técnico buscó el revulsivo jugando con el banquillo ante el Málaga, pero el resultado fue idéntico al de las anteriores jornadas. Momentos muy buenos, otros peores, y ni un solo gol. El equipo se ha quedado mudo en los últimos metros, y la fortuna, compañera en el arranque de la temporada, le ha dado la espalda. Casi todo parece marchar en contra de un Celta que de haber visto como válido el gol que le anularon a los cinco minutos, quizás estaría celebrando el adiós a la mala racha.

La revolución

Cuatro novedades

Berizzo decidió dar un giro a los protagonistas como revulsivo para engancharse a la victoria, y para ello introdujo cuatro caras nuevas en el once respecto al partido anterior. Sergi Gómez formó en defensa para cubrir la baja de Cabral, y en el centro del campo el técnico decidió retirar a Radoja y confiar en Krohn-Dehli como pivote. Augusto Fernández y Pablo Hernández le acompañaron, de forma que el trivote se plagó de internacionales y de calidad, aunque no tanto de resultados. En la línea de ataque, en su búsqueda de paliar el gol, Berizzo sentó a Nolito y Larrivey y dio entrada a Charles en punta y a Santi Mina por banda izquierda. Orellana fue el único atacante que sobrevivió, aunque acabó convirtiéndose en el primer cambio.

Momentos difíciles

El gol que lo cambia todo

Los primeros 25 minutos del Celta fueron casi perfectos. Salió vestido de equipo grande, se apoderó del control del balón y encerró a un Málaga que se empequeñeció ante el acoso celeste. Sin embargo, fue adelantarse los andaluces y deshacerse el Celta. Como si de un castillo de naipes se tratase, todo el buen fútbol que habían planteado los vigueses se derrumbó. A la defensa le entraron mil dudas, el centro al centro del campo comenzó a coleccionar pérdidas de balón, y en los últimos metros no quedó ni rastro de la chispa que parecían querer prender los celestes en los primeros compases. En la recta final del encuentro el equipo resurgió, guiado por más corazón que cabeza, pero su trabajo no se tradujo en premio.

Krohn-Dehli

Un pivote más que defensivo

El papel de pivote defensivo no es nuevo para Krohn-Dehli. Berizzo ayer lo recuperó para esa posición, asumiendo por lo tanto los riesgos de situar en tareas defensivas a un futbolista con una mente ofensiva. Eso se tradujo en que resultó habitual ver al danés cayendo a banda, dando las primeras puntadas del ataque e incluso encargándose del balón parado. La contrapartida fue que en más de una ocasión Pablo Hernández tuvo que reforzar a su compañero, que intentó paliar su tendencia a avanzar metros, corriendo todavía más de lo que es habitual. Que ya es mucho. Eso sí, en el segundo acto el internacional demostró su vista para poner dos pases precisos que sus compañeros no lograron rematar.