Dar la cara no fue suficiente para el Celta

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Joaquín Larrivey pugna por hacerse con un balón junto a Gareth Bale durante el partido disputado anoche en el Santiago Bernabéu.
Joaquín Larrivey pugna por hacerse con un balón junto a Gareth Bale durante el partido disputado anoche en el Santiago Bernabéu. javier soriano < / span>afp< / span>

El Celta quiso ser protagonista ante un Real Madrid al que el penalti puso más en bandeja el partido

07 dic 2014 . Actualizado a las 11:59 h.

El Celta salió del Bernabéu con un doloroso 3-0 en contra, pero con la cabeza alta. El equipo de Berizzo cayó a manos de la realidad, y con el empujón inicial de Undiano, si bien, como había hecho en el Calderón y en el Camp Nou, dejó claro que es un equipo que sabe jugar al fútbol. Quizás esa fue la mejor noticia en una noche en la que las dudas en ataque salieron de nuevo a relucir.

Actitud

A jugarle al líder. El Celta salió al Bernabéu a ser protagonista. Lo demostró desde el principio, cuando los célticos avanzaron metros, se fueron a presionar arriba y a disputar la posesión a un Real Madrid que no conseguía armar el rodillo que habitualmente pasa en el Bernabéu. Los vigueses mostraron a la afición madridista que saben trenzar jugadas, jugar con criterio y mimar el balón. La imagen de los de Berizzo cada vez que cruzaban la divisoria era de equipo que sabía a qué jugaba, aunque quizás falto de profundidad, si bien cuando el balón caía en los pies del Real Madrid, le costaba lo suyo recomponerse y frenarlos.

La defensa

El día de los laterales. Defenderse del Real Madrid exige colocación, intensidad y concentración, y los célticos, a pesar de los tres goles, cubrieron el expediente ante un tridente ofensivo habituado a marcar de cinco en cinco. El papel de los laterales, Hugo Mallo y Jonny, destacó tanto a la hora de defender como cuando tocaba subir la banda, y la decisión de Undiano de pitar el penalti sobre Cristiano Ronaldo fue errada visto desde cualquier ángulo. Y es que Jonny había agarrado ligeramente al portugués dos metros antes de que este se dejase caer en lo que fue un ardid con premio para los blancos.

El control

Los pequeños detalles. El centro del campo, que Berizzo confió a Radoja, Pablo Hernández y Krohn-Dehli, tenía una doble misión. Por un lado anular a hombres como Kroos e Illarra, y por otro dar salida al fútbol céltico. Cumplieron con la primera misión, puesto que el alemán y el vasco estuvieron desaparecidos, si bien más les costó conectar con los hombres de arriba. A los de Berizzo les costó dar consistencia a su medular, y Hernández -mejor que en sus últimas intervenciones- y Krohn-Dehli -con un partido muy pobre para su rendimiento habitual- se mostraban en ataque, pero no conseguían dar continuidad al fútbol. El resultado era que el Celta se partía, y ahí comenzaban las dudas defensivas. Las imprecisiones fueron otra losa.

El ataque

Ni rastro de peligro. El Celta, que durante el primer tramo de la Liga parecía estar tocado con una varita mágica en ataque, ha perdido todo su brillo. Ante el Madrid fue incapaz de ejecutar un tiro a portería en los 90 minutos, y las llegadas viguesas a las inmediaciones de Casillas eran descafeinadas. Nolito se enredó una y otra vez intentado montar obras de orfebrería, Orellana acusó la lesión de hombro y no fue capaz de generar peligro ni desmarcarse, y Larrivey apenas tocó balones. Ninguno de los tres hombres de ataque se sacó de la chistera alguna genialidad, y lo cierto es que el equipo en bloque pecó a la hora de buscar el último pase, e incluso el penúltimo. Los 396 minutos sin marcar ya son una losa.