Una noche incómoda y sin chispa para el Celta

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOAN CARLOS GIL

La presión del Granada y la falta de finalización de los vigueses lleva a los de Berizzo al empate

09 nov 2014 . Actualizado a las 19:02 h.

El triunfo en el Campo Nou no durmió las ganas del Celta, pero el planteamiento del Granada sí consiguió frenar a un equipo que ayer echó de menos la chispa y la finalización de la que había presumido hasta el momento. Los vigueses fueron víctimas en el primer acto de la presión con la que normalmente ahogan a sus rivales, y en el segundo no encontraron la fórmula para sentenciar a un rival pertrechado atrás y que metió algún susto a la contra.

El once

Continuidad a la fórmula. Eduardo Berizzo echó mano de la máxima de que si algo funciona, mejor no cambiarlo, y repitió el once que en el Camp Nou tan buenos resultados dio al Celta emparejando en el centro de la zaga a Cabral y a Sergi Gómez, que de antemano era la única incógnita del choque. Más novedosos fueron los cambios, con Augusto regresando tras su lesión, con Fontás dando el relevo a Sergi, y con Álex López como última bala en sustitución de Mallo.

El planteamiento

La presión como antídoto. Al Celta le tocó probar su propia medicina. Caparrós, con la lección aprendida, decidió que la mejor forma de anular a los célticos era ahogar su fútbol, y para lograrlo optó por presionar al Celta muy arriba, hacer que le costase salir con el balón y conectar, y que no llegase con calidad a las inmediaciones de la portería de Roberto. La táctica le funcionó y al Celta le costó superar líneas y dar profundidad a su fútbol. Además, la velocidad que normalmente acompaña a los de Berizzo se resintió ante un equipo que desplegó su poderío físico. Aunque los vigueses fueron a más, encontrando más espacios y ganando poco apoco los duelos individuales, las últimas jugadas se le resistieron lo suyo, quizás porque al centro del campo le costó tener protagonismo y no llegó a sentirse del todo cómodo. En el segundo acto los célticos pusieron más revoluciones y aprovecharon que el Granada se fue atrás para reactivar su juego, pero no encontró el premio del gol.

La defensa

Dos manchas en el partido. Dos jugadas cargadas de peligro que llevaban la firma de Rochina fueron las manchas en el expediente defensivo de un Celta que cada vez transmite más solidez defensiva. Sergi Gómez tuvo continuidad en el centro de una zaga que estuvo a gran nivel tanto en colocación como en ayudas y anticipación, si bien pasó apuros cuando el Granada se jugó su carta al contragolpe. Por cuarta jornada los vigueses no encajaron. Radoja, destacado en la recuperación de balones, refrendó con éxito el trabajo defensivo.

El ataque

Falta la finalización. La finalización de la que el Celta ha presumido toda la temporada se ausentó ayer en Balaídos. En el primer tiempo la buena presión y la colocación del Granada consiguió maniatar a los vigueses, que llegaban a los metros finales sin excesiva claridad de ideas, y que no acababan de elegir la mejor opción en otras. Tras el descanso lo de Berizzo dieron un claro paso al frente que se tradujo en más velocidad y verticalidad, pero el último pase no llegaba de forma adecuada, o el encargado de finalizar la acción -normalmente Larrivey- no seleccionaba de manera indicada. El acoso con el que los célticos buscaron el tanto en la recta final no tuvo recompensa. Larrivey, Orellana, Nolito y un Krohn-Dehli con más intención que acierto, no pudieron celebrar el gol bajo la lluvia de Balaídos.