De escoltar el autobús a preparar a los porteros del Celta

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

M. Moralejo

Nando compagina su trabajo como policía local con la exigencia de Primera

04 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El 29 de octubre, mientras Balaídos se engalanaba para la visita del Barcelona, en el hotel de concentración del Celta Nando Villa (Vigo, 1975) asimilaba a pequeños tragos el giro radical que su vida había dado en solo unas semanas. De la noche a la mañana, este policía municipal vigués cuya existencia se entiende a través de guantes y porterías, pero bajo el cliché de aficionado, se preparaba para subirse al autobús del equipo como un miembro más del cuerpo técnico. Pocos días antes, ejerciendo su profesión, le había tocado escoltar a ese mismo autocar en su peregrinar hacia el Municipal. «Foi raro; baixei á entrada do hotel e estiven saudando aos compañeiros de traballo. Era incrible, custábame asimilalo. Iamos para o campo e pensaba ?hai un par de semanas estaba escoltando ao equipo?».

Una operación de hernia apartaba a finales de octubre a Patxi Villanueva de su labor con los porteros del Celta. El equipo necesitaba un sustituto, y pensaron en Nando. En verano se había incorporado como segundo entrenador del Celta B, y durante casi tres décadas había defendido las porterías de media docena de equipos, por lo que conocían su valía. «Na pretempada, durante uns días que Patxi non pudio estar, pedíronme que lles botara unha man, así que supoño que ese foi o motivo polo que agora pensaron en min de novo. É algo temporal, ata que volva Patxi», comenta Nando, que se ha encontrado de golpe en la vorágine de un fútbol profesional que hasta el momento le era ajeno. «É un mundo moi distinto, atópaste ao máximo nivel, aínda que para min está sendo sinxelo porque son tres porteiros da casa aos que coñezo e cos que teño competido».

Una vida bajo palos

Aunque el bagaje de Nando como entrenador de porteros nunca había alcanzado la élite -estuvo medio año en el Celta de Segunda B y en otros equipos de menor categoría-, su experiencia bajo los palos le conecta de lleno con Yoel, Sergio y Rubén Blanco. Coetáneo de Míchel Salgado, creció rodeado de los grandes nombres del Celta, donde estuvo nueve años. «Na época de Aimar fixen a pretempada co primeiro equipo e logo, durante dous máis alternaba os adestramentos do filial cos do primeiro equipo». Luego, le tocó hacer las maletas. Porriño, Ponte Ourense, Grove, Nigrán o Choco se incluyen en su historial. Fue en su época en Redondela cuando obtuvo su plaza de policía municipal en Vigo. Su vida profesional estaba encaminada, pero no quería renunciar al fútbol. En el Alondras, en el que vivió sus mejores años, fue donde se retiró la pasada temporada. Cuando colgó los guantes no podía imaginarse lo que se le avecinaba.

«Para min isto é un premio. Fastídiame que sexa polas circunstancias que son, pero é todo un regalo», asegura Nando, al que Luis Enrique delimita el tiempo que tiene cada día para trabajar con los metas. «A comunicación é importante, e collo calquera consello que me dan. Calquera recomendación que un exporteiro como Unzue poida darme ten moito valor».

Nando exprime cada vivencia en la élite, y aunque reconoce que al principio salir a calentar con Yoel rodeado de 20.000 aficionados le impactaba, «ao final evádeste e só pensas en facer o teu traballo o mellor posible», lo mismo que en la rutina diaria. «Para min é un luxo traballar con porteiros como os do Celta. A esixencia é alta, pero tento aportarlles a miña experiencia». Y a sus pupilos parece convencerlos. «Transmítenos moita ilusión, moita enerxía, e iso é positivo. Ten moita experiencia e trasládanola en cada adestramento», asegura Sergio.

Nando sabe que su papel en el primer equipo es interino, y lo asume con normalidad. Él, mejor que nadie, sabe que en el fútbol hay margen para las sorpresas.