Hora de decir adiós al que ha sido el fiasco del siglo

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Una lesión apartará a Park de los terrenos de juego entre dos y tres semanas, lo que supone su despedida del Celta

10 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Llegó al Celta en medio de una nube de expectación y flashes, y se marchará dejando un rastro de más pena que gloria. Quizás precisamente por esas expectativas que el Celta y el celtismo habían depositado en su juego y sobre todo en sus goles. El partido ante el Zaragoza puede haber sido el último de Chu Young Park vistiendo la camisola céltica, puesto que el futbolista coreano sufre una pequeña fisura en el escafoides tarsiano del pie derecho que le mantendrá de baja entre dos y tres semanas. Es decir, que llegaría justo a la última jornada de la Liga, y sin ritmo, lo que prácticamente le descartaría de una convocatoria.

Lo de Park con el Celta ha sido un idilio sin final feliz. Su fichaje se fraguó a finales de agosto y su carta de presentación invitaba al optimismo. Procedía nada menos que de un Arsenal, estaba avalado por su internacionalidad con la selección coreana, y en su presentación prometió goles. Unos goles que han llegado a cuenta gotas y que han dejado en el celtismo insatisfacción y decepción a partes iguales.

Los tres goles que ha marcado en Liga (Getafe, Mallorca y Deportivo) son un bagaje demasiado pobre para un futbolista cuya ficha es de las más altas del club, y que ahora debe regresar a un Arsenal en el que tampoco sobran asientos.

Desde su llegada al Celta, se generó un debate sobre su posición, su idoneidad para el juego celeste e incluso sobre su adaptación al equipo. Aunque en sus apariciones puso intención, velocidad y exhibió buenos movimientos, adoleció a la hora de rematar. «Park tiene que ser nuestro delantero», propagó por activa y por pasiva Paco Herrera, pero la idea se quedó por el camino. Su conexión con Aspas nunca llegó a florecer, y durante la ausencia del de Moaña no tomó el testigo goleador. Y es que lo que se esperaba de Park eran esos goles que no acabaron de llegar y que son el alimento de todo delantero.

Y en la trastienda del fracaso de Park, un asunto: la política de fichajes del Celta, que contrató a un futbolista que apenas había disputado minutos con el Arsenal y que en la anterior campaña había marcado un gol. Quizás ese fuese el mayor obstáculo al que el jugador se enfrentó. Llegó con un déficit de minutos a cuestas y con falta de goles, dos elementos que nutren a los atacantes. En Vigo tampoco los ha encontrado, y el primer coreano del Celta no pasará a la historia.