Un Celta sin alma y a la deriva

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

La falta de fe hunde a los celestes en una espiral negativa y peligrosa

17 feb 2013 . Actualizado a las 14:46 h.

El Celta no cree en sí mismo. Va a la deriva en brazos de una corriente que conduce a Segunda División. Se ha dejado la confianza en cada campo visitante en el que ha caído y con cada punto que se ha marchado de Balaídos. Sin la chispa que concede la ilusión, su fútbol se desgarra. Y sin ilusión tampoco hay épica. Se vio en Getafe.

EL ONCE

Rendido a la lógica.

Paco Herrera está en entredicho, aunque lo cierto es que ayer la derrota no llevó su sello. Él se limitó a alinear un once coherente con las circunstancias. Otra cuestión fueron los frutos que generó. No desentonó con los cambios, aunque sí sorprendió con la entrada de Santi Mina. Era encomendarse a un milagro, quizás encomendarse a una cortina de humo. O incluso quizás un cambio contestatario. Recordar que cuando el equipo clamaba por un delantero, lo que llegó fueron jugadores de banda izquierda. Una banda en la que, dicho sea de paso, ya no cabe un alfiler. El equipo precisaba gol, pero lo que llegó fue polivalencia.

UN PASO ATRÁS

La defensa involuciona.

La defensa celeste ha sido una montaña rusa en lo que va de temporada. Comenzó generando dudas, pasó a ser la línea más compensada y sólida del equipo, y en las últimas jornadas ha vuelto a las andadas. Ayer rozó el esperpento. La seguridad que transmitía Cabral se ha diluido hasta el punto de entregar los galones al último en llegar, Demidov. El noruego ha asumido la dirección de una zaga que en las últimas jornadas no ha hecho más que oscilar y que ayer regaló dos goles en Getafe.

EL MEDIO CAMPO

¿Quién vertebra al equipo?

Fagocitado por el Getafe. Así estaba el medio campo celeste en el Alfonso Pérez. Sin capacidad para sacar el balón, atascándose en cada jugada y más temeroso de lo que hacía el rival que pendiente de generar jugadas. Para un equipo como el Celta, que depende de cada bajón jugado, quedarse sin columna vertebral es sinónimo de fracaso. Y aunque durante la primera mitad hubo momentos en los que el fútbol carburaba, fue un espejismo. El celtismo echó en falta a su capitán.

EL ATAQUE

Solo Augusto.

Quizás sea porque las defensas ya conocen a Iago Aspas o quizás porque el equipo en conjunto no es capaz de generar peligro, pero lo cierto es que el delantero de Moaña ha bajado su rendimiento. Su efervescencia se ha desvanecido, y sin ella el Celta se queda sin salvavidas. Ayer solo Augusto parecía estar enchufado. Mostró su mejor versión y tuvo la recompensa en el gol. Incluso Santi Mina parecía tener más chispa que el de Moaña, aunque en la practica el resultado fue idéntico. En la segunda mitad, con el 3-1 en contra, el Celta solo tuvo un tiro entre los tres palos. Y así es difícil remontar.

EL ALMA

Sin capacidad de reacción.

Con el empate hubo vida. Pero el 2-1 fue demoledor. El Celta se quedó sin alma en el Coliseum Alfonso Pérez al ritmo que imponían sus propios errores. Cada imprecisión, cada fallo o cada balón perdido minaba un poco más la maltrecha confianza celeste hasta acabar dibujando sobre el césped a un equipo sin frescura y sin claridad en sus ideas. ¿Dónde ha quedado la infalibilidad de Krohn-Dehli o la chispa de Iago Aspas? El Celta ha perdido el alma y ya ni tiene el consuelo del fútbol. Transpira dudas, y eso alfombra el camino para los rivales. Ante el Getafe ningún jugador hizo magia, y solo algunos tiraron de casta en busca de la resurrección.

EL FARO

La afición, impasible.

Si el Celta necesita un motivo para dejarse la piel, para luchar por recuperar la confianza o para dejarse hasta la última gota de sudor en pos de la salvación, no tiene que seguir buscando. La afición es ese motivo. Su apoyo incondicional se merece una respuesta a la misma altura por parte del equipo vigués.