El patito feo casado con el cisne

maría piñeiro REDACCIÓN / LA VOZ

GENTE

Heredera consorte de Mónaco, es multimillonaria y alérgica a los focos

08 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Tatiana Santo Domingo Rechulski es la chica del momento. Desde el pasado fin de semana, cuando por fin se casó por la iglesia y bautizó a su hijo, es heredera (consorte) del principado de Mónaco.

Poco se sabe de esta joven normalita, que piensa en francés, y que cuando ve a un paparazi se encorva ligeramente y pone cara de susto-enfado mientras acompaña, desde el 2005, a un radiante Andrea Casiraghi.

Alérgica a los focos, se confiesa tímida, leal, perezosa y sociable, y resulta, como (casi) todas las millonarias, algo infantil para sus treinta años. Nació en noviembre de 1983 en Nueva York, donde vivía su abuelo paterno -en el mismo edificio que los Rockefeller, Vanderbilt y Guggenheim- y a los dos años se trasladó con su madre a Ginebra; estudió en un elitista internado de París y acabó siendo cuñada de su compañera de pupitre, Carlota Casiraghi; se licenció en Arte en Londres y Nueva York.

Viajera impenitente, Tatiana ha hecho del vagabundeo un modo de vida, tanto que hasta su reciente boda ni siquiera tenía casa propia, pero sí hotel favorito en el mundo, el gigantesco y algo decadente Shiv Niwas Palace, en Udaipur (India). Para sus idas y venidas, Santo Domingo siempre se acompaña de un peluche, y muchas veces de su amiga Dana Alikhani, una heredera chipriota con quien ha montado Muzungu Sister (Hermanas viajeras, en inglés y suajili), una tienda en Internet de ropa y complementos artesanos que las dos socias encuentran por el mundo.

Tatiana ejerce de gypsetter, (el nombre viene de gypsy, gitano, y jet-setter, millonario), aunque odia las etiquetas casi tanto como los zapatos crocs o ponerse ropa que no le resulte cómoda. Por eso habitualmente lleva pantalones negros con una camiseta, que combina con piezas de Prada y Chanel, sus preferidos.

No hay duda de que Tatiana es original, y si a su boda civil fue con un modelo de croché y diadema de flores, para la religiosa dejó volar la imaginación y se vistió de reina de las nieves, con capa de piel vuelta, vestido de volantes de Valentino y hasta corona (la tiara de rayos de sol de su suegra, en realidad). Y como el cuento no estaría completo sin decoración ad hoc, los Grimaldi echaron la casa por la ventana (especialmente el dinero Santo Domingo) para llenar Gstaad de orquídeas, glicinas, rosas y jazmines además de cientos de velas... en febrero.

A su alrededor para celebrar los esponsales estaban sus BFF (Best Friend Forever, en lenguaje de las celebrities, mejores amigas) Eugenie Niarchos, Margherita Missoni y Gaia Repossi, de quien es inseparable.

También estaba parte, solo parte, de la familia de su marido, Andrea. Hubo sonoras bajas. La más importante fue la de Charlene, esposa de Alberto de Mónaco, que estuvo en la fiesta de la víspera del enlace pero no acudió a la misa aludiendo un compromiso en Mónaco (¡asistir a un torneo de rugbi!); la espantá de la sudafricana se entiende porque la boda monegasca-suiza tuvo como principal finalidad legitimar a Sacha, hijo de Tatiana y Andrea, como tercero en la línea de sucesión al trono de Mónaco en vista de que Charlene no se queda embarazada.

Sacha, que en realidad se llama Alexandre Andrea Stefano, nació hace once meses en Londres, es la culminación del amor entre Tatiana y Andrea, y el resultado de una mezcla de riqueza y belleza a partes iguales.

Si los genes de Andrea son variopintos -italianos, franceses y norteamericanos-, los de Tatiana no lo son menos. La fortuna familiar le llegó por parte de padre. Comenzó con su bisabuelo, Mario Santo Domingo, y se consolidó con el hijo de este, Julio Mario Santo Domingo Pumarejo -elegante, guapo y mujeriego como un actor de Hollywood-, propietario de las cervezas Bavaria, la aerolínea Avianca y el periódico El Espectador y de Caracol Televisión, entre otros negocios, que lo convirtieron en el segundo hombre más rico de Colombia. Pumarejo tuvo tres hijos: Julio Mario (padre de Tatiana) con su primera mujer, la aristócrata brasileña Edyala Braga, a quien conoció en París y con quien estuvo casado solo cinco años; y Alejandro y Andrés, con su segunda esposa. Julio Mario, filántropo, licenciado en literatura comparada y experto en Marcel Proust, se casó con Vera Rechulski, una socialite de Sao Paulo; tuvieron dos hijos, Tatiana y Julio III, que es disyoquei desde joven y resulta psicodélico incluso en Mónaco. El padre de Tatiana murió en el 2009 de cáncer y ella heredó su fortuna -y de la de su abuelo, fallecido en el 2011- el año pasado.

Como bien dijo la princesa Carolina cuando le preguntaron por su opinión de la novia de su primogénito: «Es rica. Y además es guapa y educada».