El ex responsable del servicio secreto británico comparece por primera vez como testigo ante un juez para decir que es ridículo pensar que él mató a Lady Di.
21 feb 2008 . Actualizado a las 09:34 h.Alguien tiró con morteros contra el edificio del Servicio Secreto de Inteligencia (SIS) británico, una construcción de tamaño y porte faraónicos junto al Támesis, y su jefe no tuvo que explicar en público semejante lapso. La invasión de Irak y una guerra que ha costado la vida a cerca de 100.000 personas comenzaron con el Gobierno proclamando que el SIS tenía informes muy alarmantes, y sir Richard Dearlove no ha podido explicar por qué Tony Blair le jubiló tras quejarse de cómo usó a sus espías.
Pero sir Richard Dearlove compareció, durante cerca de siete horas, en el banquillo de los testigos de la sala 73 de los Reales Tribunales de Justicia para explicar si él y sus agentes del SIS, o MI6, conspiraron con Felipe de Edimburgo y una larga lista de personajes secundarios para asesinar a Lady Di y a sus acompañantes. Aquello ocurrió una noche de verano de hace más de diez año, en un túnel de París.
El hombre que ha provocado esta paradoja en la historia británica es Mohamed Al Fayed, que durante estos años ha proclamado que el 'establishment' mató a Diana porque quería evitar que se casase con su hijo Dodi. Al Fayed testificó el lunes y desacreditó su teoría acusando a medio mundo de ser agente del MI6 y despreciando como «tonterías» todas las preguntas relacionadas con la pormenorizada autopsia de la muerte de Diana y Dodi, que esta encuesta hace desde hace cuatro meses y que carga ya una cuenta de 3.5 millones de euros al erario público.
Interrogatorio tedioso
Fundamental para que el caso de Al Fayed avance hacia el único veredicto beneficioso para él -que el jurado tenga tales dudas sobre las circunstancias que diga que no sabe si fue accidente y, por tanto, se pueda abrir otra encuesta pública- es la conducta de su abogado, Michael Mansfield. Este socialista y republicano, con largo pedigrí y melena sometida a un tratamiento de laca que la deja como porcelana, parece haber perdido las ganas desde que destrozó como testigo al mayordomo Paul Burrell por no colaborar con la causa de Al Fayed.
Si sus brillantes interrogatorios parecían antes crear grandes agujeros en la hipótesis mundana del accidente -¿por qué no hay ni una sola foto del coche de Diana entre el Ritz y el túnel?-, ahora es periférico. Sir Richard Dearlove, el jefe de los espías británicos hasta 2004 y su jefe de operaciones en aquella noche de 1997, reprochó ayer a Mansfield lo más grave que alguien puede reprochar a un letrado. Le dijo que su interrogatorio era tedioso.
El contexto agravaba el insulto. Dearlove es M, el jefe de James Bond, pero sólo su apellido -traducible como 'queridoamor'- sugiere material para la ficción de aventuras. Calvo y canoso, con gafas, de mediana estatura, ni siquiera inspira la imagen de un Smiley, el personaje de Le Carré, a quien arrastran hacia alguna parte su astucia profesional y el hondo escepticismo sobre sí mismo y la naturaleza humana.
Un papel
Dearlove es un hombre con brío, inquieto, y le resultó tedioso el interrogatorio de Mansfield porque el abogado de Al Fayed se empeñó en analizar por qué se destruyó un papel en el que un agente propuso el asesinato de un líder balcánico en el momento de las guerras de la limpieza étnica, idea que fue rechazada por el MI6.
Mansfield se basaba en el testimonio de un espía renegado, Richard Tomlison, que dice en un libro que quien propuso aquel crimen sugirió hacerlo con una luz, en un túnel de Ginebra. Una luz cegadora se ha mencionado también en el túnel de Diana. Más de una hora estuvieron Mansfield y Dearlove debatiendo sobre cómo se guardan o destruyen los papeles en el MI6 y qué pasó con aquel documento.
El jefe de los espías ya había dicho que es 'completamente absurdo' decir que Felipe de Edimburgo dirigía el MI6 desde el palacio de Balmoral, que es «totalmente ridículo» decir que él mató a Diana. Dijo también que los servicios secretos no tenían «ningún interés en absoluto» en las actividades de Diana. Mansfield aprovechó la jornada para decir al tribunal que tampoco él suscribe todas las acusaciones de Al Fayed, pero pudo ocurrir que algunos elementos del MI6 actuaran por su cuenta...
Al Fayed, que quiere que el juez exija a los servicios de espionaje que abran sus archivos al renegado Tomlison para que pueda encontrar allí los papeles que desmuestren el crimen de Diana, no escuchaba. Tenía la mirada perdida, junto a su ensimismado mayordomo y a una joven ayudante que se come las uñas.