Nuria Picos, técnica de protocolo del presidente de la Xunta: «Las normas se han relajado mucho»

GALICIA

Pilar Canicoba

Recién nombrada delegada en Galicia de la Asociación española de Protocolo, reivindica su oficio como algo ni rancio, ni encorsetado

29 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nuria Picos (Ferrol, 1966) sabe mucho de lo suyo. Lleva 31 años poniendo las cosas en su sitio, singularmente las que rodean al presidente de la Xunta. Encargada del protocolo del más alto dignatario gallego, acaba de ser elegida delegada en Galicia de la Asociación Española de Protocolo.

—Hay que darle la enhorabuena. Hábleme de esa asociación.

—Gracias. La Asociación nació en el año 92 para reunir a los profesionales del protocolo. Realmente no hubo titulación específica hasta el año 2011 cuando se creó un grado. Así que los que nos hemos ido dedicando a esto ha sido con autoformación. A falta de un colegio profesional, está asociación ha ayudado mucho.

—¿Cómo definiría su trabajo?

—Es una profesión fascinante y enriquecedora. Es el arte de establecer relaciones fluidas entre instituciones, empresas y ciudadanos acercando posturas e intentando proyectar la mejor imagen de quien deposita en ti su confianza. Parece nimio, pero incluye mucha responsabilidad. Cuando todo sale bien, parece fácil, pero cuando algo va mal, te quedas en el punto de mira. No solo tú, sino la persona para la que estás trabajando.

—Usted dice que el protocolo no tiene por qué ser rancio ni encorsetado pero, la verdad, es a lo que suena.

—Es que la gente desconoce esta profesión. No sabe lo que hay de preparación, de elaboración y nos acaban viendo como mero personal de apoyo y acompañamiento. Se identifica el protocolo como el «usted se coloca aquí y usted se coloca allá». Me siguen preguntando por la etiqueta...

—Bueno, yo pensaba hacerlo.

—Ya. Es verdad que va todo un poco unido. A veces marcar una pauta facilita las cosas. Si le invitan a la entrega de las medallas de Galicia y no ha ido nunca, es lógico que se plantee como hay que ir: ¿americana, vestido largo...? Pues avisamos: «caballero, traje oscuro; señora, traje corto». Solo a modo de facilitar. El protocolo no es más que usos y costumbres que se acaban convirtiendo en ley. Pero no debe ser un corsé. Las normas se han relajado mucho y con nuestro trabajo tratamos de acercar posturas.

—¿Y si yo quiero ir con playeros a la entrega de las medallas?

—Se han dado casos, sí. Yo creo que es una cuestión de respeto. Entiendo que una persona que va todos los días con playeros y sin corbata, debería colocársela porque todos los que le van a rendir un homenaje se la ponen, aunque les resulte incómoda. Pero también tengo el máximo respeto por su decisión si decide no ponérsela.

—Su trabajo está antes de que se produzca el acto.

—Efectivamente. Mi trabajo requiere de una gran preparación previa. Hay que visualizar, cuántas personas, en qué espacio, coordinar a todos los agentes que intervienen... para que todo vaya exacto según el timing previsto. Pero también es muy importante estar preparado para resolver cualquier tipo de incidencia que se pueda producir. Y en estos casos, la experiencia es importantísima.

—¿Cuáles son las más comunes?

—Desde que aparezca alguna autoridad que no teníamos contemplada a que pueda fallar el sonido o se ponga a llover. Hay que anticiparse a todos los imprevistos posibles.

—En 31 años en su puesto de trabajo ha conocido a tres presidentes, ¿cual ha sido el que tenía más pendiente la cuestión del protocolo?

—Fraga, como buen diplomático, cuidaba mucho las formas y los detalles. Y sabía todo y más de protocolo. Le daba mucha importancia.

—Pues yo pensaba que sería el más díscolo. Igual lo quería colocar en un sitio, le daba un bocinazo y se ponía donde quería.

—Ja, ja. Fraga tenía un carácter único e irrepetible. Y, efectivamente, eso que dice podía ocurrir. Pero sabía muy bien lo que hacía. Si se cambiaba de sitio y se saltaba el protocolo a propósito, era con una intención.

—Imagino que en una situación de absoluta falta de protocolo se sentirá incómoda.

—No, en absoluto, pero es verdad que no me gusta el caos. Es que yo he nacido en un ámbito militar. Parece que no, pero estas cosas marcan un poco.

—Usted entró en esto por casualidad.

—Yo estudié Geografía e Historia, carrera que no me gustaba nada, pero quise especializarme en ordenación del territorio. Iba a hacer un máster en Madrid, pero un profesor se olvidó de hacerme unas certificaciones y no pude ir. Así que decidí preparar una oposición para el grupo A de la Xunta y, mientras, salió esta de protocolo, así que me puse y la saqué.

—Sus conocidos le pedirán consejo alguna vez, para algún acto, una boda.

—A veces sí, pero diferencio mucho el protocolo social del protocolo propiamente dicho.

—¿Celta o Dépor?

—Como ferrolana, del Dépor.

—¿Qué le gusta hacer en el tiempo libre?

—Me encanta la música, forma parte de mi vida. El sol y la playa, tambien. La lectura, por temporadas.

—Dígame algunas palabras que la definan.

—Soy cuadriculada, transparente y con un alto sentido de la lealtad y de la amistad.

—Algo que le resulte repugnante.

—La gente sin escrúpulos, los trepas.

—Algo que quiera mejorar.

—Mi fuerza de voluntad para hacer algún deporte.

—Una canción.

Tears in Heaven, de Eric Clapton.

—¿Lo más importante en la vida?

—Ser coherente.