Se alzaron como campeones de Europa por tercera vez en la 92-93. Esa fue la última temporada que Martinazzo jugó en el Liceo, y también el inicio del desarme del equipo. Algunos jugadores regresaron a sus lugares de origen y otros ficharon por distintos colores. «Fue un triste final para un gran equipo. Llegó un momento en el que manejábamos los resultados como queríamos», explica. De esa época, de los últimos años, el histórico jugador del Liceo recuerda un partido contra el Mollet. Era un domingo por la mañana: «Jugábamos en nuestra pista y hubo un momento en el que íbamos perdiendo 0-5. Terminamos ganando 10-5». Era un gran equipo, repite constantemente.
Pero se retiró. Y de todos los lugares a los que podría haber ido, Daniel quiso regresar a San Juan. Sentía que era lo que debía hacer. Le hacía ilusión volver a su país. Allí, en Argentina, sus empresas y su labor como miembro del comité internacional de hockey sobre patines ocupan ahora su tiempo. Y su nieta, y sus hijos, y su mujer y sus amigos.